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miércoles, 30 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM .- 31 (PARTE 1, 2 y 3)

CAP 31 (PARTE 1)
El viernes, el profesor Kaulitz estaba de mal humor. Llevaba casi una semana sin ver a ________ y el miércoles había tenido que verla marcharse con Paul al acabar la clase, sin tan siquiera una mirada en su dirección. Tenía que mantenerse a distancia cuando lo que más deseaba en el mundo era tocarla y gritar a los cuatro vientos que era suya. Mientras dormía desnudo en la oscuridad, los demonios habían ido a visitarlo y lo habían torturado con pesadillas, pesadillas que sólo ________ lograba mantener a raya con su luz; una luz más brillante que la de cualquier estrella. Una estrella de la que pronto iba a tener que prescindir.
Sabía que iba a tener que confesarle sus secretos antes de viajar a Florencia. Por eso le molestaba especialmente haber pasado solo la que probablemente sería su última semana juntos. Había hecho reservas para dos personas, pero no estaba muy seguro de que _________ finalmente lo acompañara. Por eso había contratado un seguro de cancelación. Temía el momento en que sus grandes e inocentes ojos se oscurecieran y le dijeran que no era digno de ella. Pero por mucho que lo temiera, no iba a permitir que le entregara su inocencia a un demonio sin conocer todos los datos. No sería Cupido ni permitiría que ella fuera su Psique.
Eso sí sería auténticamente demoníaco.
Por consiguiente, cuando el viernes por la noche ella fue a cenar a su casa, la recibió con frialdad, le dio un fraternal beso en la frente y se hizo a un lado, indicándole que pasara.
«Abandonad toda esperanza», pensó.
_________ se dio cuenta en seguida de que algo iba mal y no sólo por las notas de Madama Butterfly que le llegaron desde el salón. Normalmente, Tom la recibía con un abrazo y varios besos apasionados antes de ayudarla a quitarse el abrigo. Pero esta vez permanecía inmóvil, esperando a que ella hablara, sin apenas mirarla.
—¿Tom? —_______ le tocó la mejilla—. ¿Pasa algo?
—No —mintió él, apartando la cara—. ¿Te sirvo una copa? 
Resistiendo el impulso de insistir, le pidió una copa de vino.
Esperaba que estuviera más hablador durante la cena.
Pero no fue así. Le sirvió la cena en silencio y, cuando ________ trató de sacar algún tema de conversación mientras comían el rosbif, respondió con monosílabos. Ella le contó que había acabado todos los trabajos del semestre y que Katherine Picton le había confirmado que le daría la nota antes del 8 de diciembre, pero Tom se limitó a asentir, sin apartar la vista de la copa de vino, que pronto estaría vacía.
_________ nunca lo había visto beber tanto. La noche que lo rescató de Lobby ya estaba borracho cuando ella llegó. Esa noche era muy distinto. No estaba contento ni coqueteaba, se lo veía atormentado. Con cada nueva copa de vino que vaciaba, _________ se preocupaba más. Pero cada vez que abría la boca para decirle algo, él la miraba con tanta tristeza que no se atrevía. Estaba más frío y distante por momentos y, cuando le sirvió la tarta de manzana casera que había preparado la asistenta, _________ la apartó bruscamente y le exigió que hiciera callar a Maria Callas para que pudieran hablar.
Tom la miró sorprendido ya que la tarta —y la Butterfly— eran la culminación de la cena. De su Última Cena.
—¿Por qué? No pasa nada —refunfuñó, acercándose al equipo de música para quitar la ópera.
—Tom, no me mientas. Es obvio que estás disgustado. Dime lo que pasa, por favor.
Ver a _________, a la inocente _________, mirarlo con sus enormes ojos castaños y el cejo fruncido, era más de lo que podía soportar.
«¿Por qué tiene que ser tan dulce y generosa? ¿Por qué tiene que ser tan compasiva? ¿Era obligatorio que tuviera una alma tan hermosa?»
La culpabilidad que sentía aumentó. Era una suerte que no la hubiera seducido. El corazón de _________ se curaría antes así que si hubieran tenido relaciones. Sólo llevaban unas cuantas semanas juntos. Las lágrimas pronto se le secarían y podría encontrar un hombre bueno y constante, como Paul.
La idea le provocó náuseas.
Sin una palabra, se acercó al bufet en busca de una licorera y un vaso de cristal. Se sentó y se sirvió dos dedos de whisky escocés. Se bebió la mitad de un sorbo y dejó el vaso en la mesa bruscamente. Esperó a que se aplacara el fuego que le quemaba la garganta. Confiaba en que se le contagiara algo del valor líquido del licor, pero le iba a hacer falta mucho más que eso para calmar el dolor en su corazón.
Respiró hondo.
—Tengo que contarte algunas cosas... cosas desagradables. Sé que cuando haya terminado, te perderé.
—Tom, por favor, yo...
—Déjame hablar —la interrumpió él, pasándose la mano por el pelo—, antes de que pierda el valor.
Cerrando los ojos, volvió a tomar aire. Cuando los abrió, su mirada era la de un dragón herido.
—Estás viendo a un asesino.
_________ oyó las palabras, pero le costó procesarlas. Pensó que lo había entendido mal.
—Y no un asesino cualquiera. Acabé con la vida de un ser inocente. Si puedes soportar estar en la misma habitación que yo durante unos minutos, te contaré cómo pasó. —Como ella no se movió, siguió hablando—: Como sabes, fui a hacer el doctorado a Oxford, al Magdalen College. Lo que no sabes es que allí conocí a una chica americana llamada Paulina.
_________ inspiró bruscamente y Tom hizo una pausa. Cada vez que ella había tratado de sacar el tema, él le había dado largas, diciéndole que no suponía una amenaza para ellos, aunque _________ no se lo había creído. Por supuesto que era una amenaza. Paulina se lo había arrebatado en medio de una cena en octubre. Y, antes de salir corriendo, Tom, ojeroso y demacrado, había citado a lady Macbeth. ________ sintió un escalofrío.
—Paulina todavía no había acabado la carrera. Era rubia, alta, guapa y majestuosa. Le gustaba contar que estaba emparentada con la aristocracia rusa, como una especie de Anastasia. Nos hicimos amigos y nos veíamos de vez en cuando. No había nada físico entre nosotros. Yo salía con otras chicas y ella estaba enamorada de otro hombre. —Carraspeó nervioso—. Al acabar el curso me trasladé a Harvard. Seguimos en contacto vía correo electrónico durante un año más o menos. Un día me dijo que la habían admitido en Harvard para hacer un curso de posgrado. Quería especializarse en Dostoievski. Estaba buscando un sitio para vivir y le hablé de un apartamento que se alquilaba en mi edificio. En agosto se instaló allí.
Tom miró a________, que asintió para darle ánimos.
—Ese año fue muy duro para mí. Estaba haciendo la tesis y, además, era ayudante de un profesor muy exigente. Trabajaba muchas horas y apenas podía dormir.
Bajó la vista y empezó a tamborilear en la mesa. Al cabo de un momento, continuó:
—Algunos fines de semana salía con algunos compañeros. A veces nos metíamos en líos y acabábamos en peleas. —Se rió sin ganas—. No era un modelo de conducta, pero al menos con Simon me sirvió de algo el entrenamiento.
Se echó hacia adelante en la silla y apoyó los codos en las rodillas. ________ se fijó en que movía las piernas nervioso. Con cada nueva frase que decía se inquietaba más, como si se estuviera acercando al abismo en el fondo del cual había escondido su secreto.
—Una noche, alguien me ofreció cocaína. Me pregunté si eso me ayudaría a mantenerme despierto para poder acabar el trabajo pendiente que tenía. Así empezó todo. La usé como estimulante y la alternaba con alcohol. Creí que estar en Harvard me convertía en un consumidor de drogas ocasional y respetable. Creí que sería capaz de controlarlo. —Suspiró y bajó el tono de voz—. Me equivoqué.
»Paulina venía mucho a mi casa. Llamaba sin importarle la hora, porque sabía que siempre estaba despierto. Mientras yo escribía, ella se sentaba en el sofá o preparaba té ruso. Empezó a cocinar para mí. Con el tiempo, le di una llave. La cocaína me quitaba el hambre. Gracias a Paulina, me alimentaba de vez en cuando.
Tom siguió hablando, angustiado. La culpabilidad lo arañaba por dentro, tratando de salir al exterior. Al alzar la vista un momento, leyó una pregunta en los ojos de ________ y la respondió:
—Sí, ella sabía que me drogaba. Al principio se lo oculté, pero siempre estaba por allí, así que al final ya lo hacía abiertamente. No le importaba.
Bajó la vista. Parecía avergonzado.
—Paulina se había criado entre algodones. No sabía nada sobre drogas ni muchas otras cosas. Yo la corrompí. Una noche, se desnudó y me propuso que la esnifáramos el uno en el cuerpo del otro. Obviamente, yo no pensaba con claridad y ella... estaba desnuda.
Soltó el aire con fuerza y mantuvo los ojos clavados en las manos, mientras negaba con la cabeza.
—No estoy buscando excusas. Fue culpa mía. Ella era una buena chica, acostumbrada a conseguir lo que quería. Y lo que quería en aquel momento era a mí, el vecino drogadicto.
Al frotarse la barbilla con la mano, __________ se fijó en que no se había afeitado.
Tom cambió de postura.
CAP 31 (PARTE 2)
—A la mañana siguiente le dije que había sido un error, que no estaba interesado en tener una relación monógama. La cocaína me hacía desear más sexo que nunca, aunque a veces me provocaba impotencia. Cosas del karma, supongo. Estaba acostumbrado a estar con una mujer distinta cada fin de semana. Pero cuando le conté todo esto, Paulina me dijo que no le importaba. Daba igual lo que le dijera, o cómo me portara con ella, siempre regresaba. Y las cosas siguieron su camino. Ella se comportaba como si fuera mi novia y yo la usaba para desahogarme cuando no tenía a nadie más a mano. No la quería. Lo único que me importaba en aquella época era yo mismo, las drogas y la maldita tesis.
A ________ se le encogió el corazón. Sabía que a Tom nunca le había faltado compañía femenina. Era un hombre guapo y extremadamente sensual. Las mujeres se desvivían tratando de llamar su atención. No es que le hiciera gracia, pero lo había aceptado como parte de su pasado.
Sin embargo, lo de Paulina era distinto. Su intuición se lo dijo la primera vez que oyó su nombre. Aunque no creía que siguieran juntos, lo que le estaba contando no era una aventura de una noche. El espectro de los celos hizo su aparición, cercando el corazón de __________ y estrujándolo con fuerza.
Tom se levantó y empezó a caminar por el comedor.
—Las cosas se aceleraron cuando me dijo que estaba embarazada. La acusé de querer atraparme y le dije que se deshiciera del bebé. —La cara se le contrajo de dolor—. Ella se echó a llorar. Me suplicó, me dijo que estaba enamorada de mí desde Oxford y que quería tener a mi hijo. No la escuché. Le tiré dinero a la cara para que pagara el aborto y la eché de casa a patadas.
Tom gruñó, pero su gruñido se transformó en un gemido desgarrado que surgía de las profundidades torturadas de su alma. Se frotó los ojos con fuerza.
_________ se cubrió la boca con la mano. No había esperado esa confesión. Pero mientras su mente trataba de procesar todo lo que iba oyendo, las piezas del rompecabezas que era el profesor Kaulitz empezaron a encajar.
—Durante un tiempo no volví a verla. Supuse que habría abortado. En aquella época estaba tan jodido que ni me molesté en averiguarlo. Un par de meses más tarde, entré en la cocina y me encontré una ecografía pegada en la nevera, con una nota.
Tom, echándose hacia atrás en la silla, se sostuvo la cabeza con las manos.
—Había escrito: «Ésta es tu hija, Maia. ¿A que es preciosa?». 
No pudo acabar la frase, porque un sollozo se lo impidió.
—Reconocí la línea de su cabeza, la naricita, los brazos y las piernas. Era preciosa. Un bebé diminuto y frágil. Mi niñita. Maia. —Volvió a sollozar—. No lo sabía. No era real. Hasta que vi la ecografía no existió realmente para mí.
No podía parar de llorar.
Al ver las lágrimas que le caían por las mejillas, a _________ se le encogió el corazón. Con los ojos llenos de lágrimas, se levantó para consolarlo, pero él se lo impidió levantando la mano.
—Le dije a Paulina que la ayudaría con el bebé, pero no tenía dinero. Me lo había gastado todo en drogas. De hecho, en aquella época ya estaba endeudado con mi camello. Aun sabiendo todo eso, ella seguía queriéndome. Volvió a instalarse en casa y se pasaba las horas leyendo en mi sofá mientras yo trabajaba en la tesis. Dejó de tomar drogas por el bebé. Yo también lo intenté, pero no lo conseguí. —Levantó la cabeza—. ¿Quieres oír el resto o ya has tenido bastante? ¿Quieres irte ya?
__________ no tuvo que pensarlo. Se levantó y lo abrazó.
—Por supuesto que quiero oír el resto.
Él la abrazó con fuerza durante un instante, pero luego la apartó y se secó las lágrimas. Ella permaneció a su lado, incómoda, mientras Tom continuaba su confesión.
—Los padres de Paulina vivían en Minnesota. No eran ricos, pero de vez en cuando le enviaban dinero. Grace también me mandaba dinero cuando se lo pedía. Como podíamos, íbamos saliendo adelante. O, al menos, íbamos retrasando lo inevitable. Pero yo casi todo me lo gastaba en la droga. —Se echó a reír amargamente—. ¿Qué clase de hombre le quita el dinero a una mujer embarazada y se lo gasta en cocaína?
»Una noche de setiembre, salí de marcha. Estuve fuera un par de días y, cuando volví, me desplomé en el sofá. Ni siquiera llegué al dormitorio. Cuando me desperté, con una resaca espantosa, vi sangre en el suelo.
Se cubrió los ojos con las manos, como si tratara de borrar esas imágenes de su mente. __________ contuvo el aliento, a la espera de la siguiente revelación.
—Siguiendo el rastro llegué hasta Paulina, que estaba en medio de un charco de sangre en el suelo del lavabo. Le busqué el pulso, pero no se lo encontré. Pensé que estaba muerta.
Guardó silencio unos minutos.
—Si hubiera ido a verla cuando llegué a casa, habría podido llamar a una ambulancia. Pero no lo hice. Estaba borracho y colocado y me desplomé en el sofá sin preocuparme de nada ni de nadie. Cuando me dijeron que había perdido el bebé, supe que era culpa mía. Su muerte se habría podido evitar. Era como si lo hubiera matado con mis propias manos.
Levantó las manos y se las miró por delante y por detrás, como si las viera por primera vez.
—Soy un asesino, __________. Un adicto y un asesino.
Ella abrió la boca para contradecirlo, pero Tom la interrumpió:
—Paulina pasó varias semanas en el hospital, primero con problemas físicos, luego por la depresión. Yo tuve que pedir la baja. Estaba constantemente borracho o colocado y no podía trabajar. Debía miles de dólares a gente muy peligrosa y no sabía de dónde sacar el dinero. Paulina había tratado de suicidarse en el hospital y quería llevarla a una clínica psiquiátrica privada, un lugar donde la trataran bien. Cuando llamé a sus padres para pedirles ayuda, me dijeron que era un desgraciado, que había llevado la deshonra a su familia. Que primero me casara con ella y luego ya hablaríamos.
Tom hizo una nueva pausa.
—Lo habría hecho, pero Paulina estaba demasiado alterada como para hablar de nada. Decidí buscar un lugar donde cuidaran de ella y luego suicidarme. Eso solucionaría los problemas de todos.
Le dirigió una mirada fría, muerta.
—Ya ves, _________, soy uno de los condenados. Mi depravación y mi indiferencia supusieron la muerte de un bebé inocente y la destrucción de una mujer con un brillante porvenir. Habría sido preferible que me ataran una piedra al cuello y me echaran al mar. 
—Fue un accidente —susurró ___________—. No fue culpa tuya. 
Él se echó a reír amargamente.
—¿No fue culpa mía acostarme con Paulina y engendrar una hija con ella? ¿No fue culpa mía tratarla como a una puta, engancharla a las drogas y presionarla para que abortara? ¿No fue culpa mía llegar tan colocado a casa que ni me di cuenta de que estaba allí?
__________ le agarró las manos y se las apretó con fuerza.
—Tom, escúchame. Tú tuviste mucho que ver, sí, pero no fue culpa tuya. Fue un accidente. Si había mucha sangre es que algo no iba bien en el embarazo. Si no hubieras llamado a la ambulancia cuando lo hiciste, Paulina habría muerto. Tú la salvaste.
Él permaneció con la cabeza baja, pero __________ le sujetó la barbilla y lo obligó a mirarla.
—La salvaste, Tom. Y me acabas de decir que querías al bebé. No querías que muriera.
Él se encogió, pero ella no lo soltó.
—No eres un asesino. Fue un trágico accidente.
—No lo entiendes —replicó él, con apatía—. Soy igual que Simon. Él te usó y yo la usé a ella. Hice algo peor que usarla. La traté como si fuera un juguete. Le di drogas cuando debería haber estado cuidándola. ¿Qué clase de demonio soy?
—No te pareces en nada a Simon —exclamó _________ con los dientes apretados—. Él no se arrepiente de nada de lo que me hizo. Si pudiera, volvería a hacer lo mismo. O algo peor.
Respiró hondo y contuvo el aire, que fue expulsando poco a poco.
—Tom, has cometido errores y has hecho cosas terribles, pero te has arrepentido. Llevas años pagando por tus errores. ¿No crees que eso es importante?
—Ni todo el oro del mundo puede compensar la pérdida de una vida.
—Una vida que tú no arrebataste —replicó ella, con los ojos encendidos.
Él hundió la cara entre las manos. No era ésa la reacción que había esperado.
«¿Por qué sigue aquí? ¿Por qué no me ha abandonado todavía?»
__________ dio un paso atrás, sin dejar de observarlo. Las oleadas de desesperación que brotaban de Tom eran casi visibles. Se devanó los sesos buscando la manera de alcanzarlo, de llegar a su corazón.
—¿Conoces Los miserables, de Victor Hugo?
—Por supuesto —murmuró él—. ¿Qué tiene que ver con todo esto?
—El héroe deja de pecar y hace penitencia. Cuida de una niña como si fuera su hija. Pero durante todo ese tiempo, un policía no deja de perseguirlo, convencido de que no se ha reformado. ¿No preferirías ser el hombre que hace penitencia en vez del policía?
Tom no respondió.
—Porque eso es lo que estás diciendo. Que no puedes darte permiso para ser feliz. Que no puedes darte permiso para tener hijos. Crees que has perdido el alma, Tom, pero ¿qué me dices de la redención? ¿Y del perdón?
—No los merezco.
—¿Qué pecador los merece? —________ negó con la cabeza—. Cuando te conté lo que me había pasado a mí, me dijiste que me perdonara y me diera permiso para ser feliz. ¿Por qué no puedes predicar con el ejemplo?
Él bajó la cara.
—Porque tú fuiste la víctima. Yo soy el asesino.
—Aceptemos que sea así. ¿Cuál sería la penitencia adecuada en ese caso? ¿Cómo crees que se haría justicia?
—Ojo por ojo —murmuró.
—Bien. Entiendo que «ojo por ojo» quiere decir que debes salvar la vida de un niño. Si eres responsable de la muerte de un bebé, la justicia reclama que devuelvas una vida. Un donativo en metálico no sirve. Debe ser una vida.
Tom permanecía inmóvil, pero _________ sabía que la estaba escuchando.
—Salvaste la vida de Paulina, pero sé que no vas a darte por satisfecho con eso. Así que necesitas salvar la vida de la hija de otro hombre. ¿Te ayudaría eso?
—No devolvería la vida a Maia, pero sería algo. Me convertiría en una persona menos... mala —respondió él, con los hombros hundidos y los brazos apoyados en las rodillas.
El dolor que impregnaba su voz encogió el corazón a _________, pero no le impidió continuar.
—Vas a tener que encontrar a una niña cuya vida esté en peligro y salvarla. ¿Te serviría eso de expiación?
Tom asintió con un gruñido.
Ella se dejó caer de rodillas delante de él y le cogió las manos.
—¿No lo ves, Tom? Yo soy esa niña.
Él levantó la cabeza y la miró con los ojos inundados de lágrimas, como si estuviera loca.
—Simon me habría matado. Cuando le pegué, se enfureció tanto que rompió la puerta para vengarse. Aunque hubiera llamado a la policía, no habrían llegado a tiempo. Me habría matado antes de que llegaran.
»Pero tú me salvaste. Lo arrancaste de mi puerta y lo sacaste de la casa. Estoy viva gracias a ti. Soy la niñita de John, como él te dijo, y me salvaste la vida.
Tom permaneció mudo, se había quedado sin palabras.
—Una vida por una vida, ¿no? Estás convencido de que acabaste con una vida, pero ahora has salvado otra. Tienes que perdonarte. Tienes que pedirle perdón a Paulina y a Dios, pero, sobre todo, tienes que perdonarte tú.
—No es suficiente —murmuró, con sus grandes ojos tristes, todavía llenos de lágrimas.
—Es verdad que eso no te devolverá a tu hija, pero piensa en el regalo que le has hecho a John: le has devuelto a su única hija. Convierte tu deuda en penitencia. No eres un demonio. Eres un ángel. Mi ángel.
Tom se la quedó mirando, observando sus ojos, sus labios, su expresión. Luego, le tendió la mano y la sentó en su regazo. La abrazó durante largo rato. Sus lágrimas caían en el hombro de _________.
—Lo siento —susurró—. Siento haber tardado tanto en decírtelo. Siento que mi historia sea cierta. He matado tu fe en mí. Lo sé.
—Todavía te quiero.
CAP 31 (PARTE 3)

__________ trató de calmarlo murmurándole al oído y dejando que se desahogara. Cuando dejó de llorar, le desabrochó los botones de la camisa rápidamente, antes de que pudiera preguntarle qué estaba haciendo. Abriéndosela, le acarició el tatuaje con los dedos. Luego, muy lentamente, acercó los labios a la boca del dragón y lo besó.
Cuando se echó hacia atrás, Tom la estaba mirando asombrado.
Luego, se quitó el pañuelo que le cubría el mordisco y levantándole la mano, se la colocó sobre la marca, que se había curado un poco, pero no del todo.
—Los dos tenemos cicatrices. Y tal vez tengas razón, tal vez nunca desaparezcan. Pero soy tu expiación, Tom. Mi vida es tu regalo a un padre que podría haber perdido a su única hija para siempre. Gracias.
—Soy un hipócrita —se lamentó él, con voz ronca—. Le dije a John que era un padre terrible. ¿Y yo? ¿Qué clase de padre soy?
—Uno joven e inexperto que no debería haber tomado drogas, pero que quería a Maia. Me lo has dicho.
Sin dejar de abrazarla, Tom se estremeció.
—Nada de lo que pueda decir te la devolverá. Pero creo sinceramente que tu hija está en el paraíso con los bienaventurados. Y con Grace. —________ le secó las lágrimas—. Y estoy segura de que ambas querrían que encontraras el amor y el perdón. Creo que rezan por tu redención. Y que no creen que seas malo.
—¿Cómo puedes estar segura? —susurró él.
—Lo aprendí de ti. El canto treinta y dos de El Paraíso de Dante describe el lugar especial que Dios reserva a los niños. «De los que son como ellos es el reino de los cielos.» Y en el paraíso sólo hay amor y perdón. No hay odio ni maldad. Sólo paz.
Tom la atrajo hacia sí y permanecieron así abrazados largo rato. _________ nunca se habría imaginado que ése fuera su secreto. Aunque le dolía verlo tan triste y melancólico, su sufrimiento era real y no podían obviarlo.
Ella nunca había amado a un niño que hubiera muerto. No podía hacerse una idea exacta de su dolor, pero igualmente se sentía llena de compasión hacia él. Tenía una gran necesidad de ayudarlo a reconocer si valía. Ayudarlo a aceptar que era un ser digno de ser amado, a pesar de los pecados que hubiera cometido en el pasado. Sentada en su regazo, con la blusa aún húmeda por sus lágrimas, Tom Kaulitz se le presentó con mucha más claridad. En muchos aspectos, seguía siendo un niño pequeño, un niño que tenía miedo de que no le perdonaran sus errores. Y de que no lo amaran por culpa de éstos.
Pero ella lo seguía amando.
—Tom, no puedes estar cómodo en esta silla.
Él le dio la razón, asintiendo contra su hombro.
—Ven. —Levantándose, le dio la mano para que la siguiera. Lo condujo hasta el sofá y lo animó a sentarse, mientras ella encendía la chimenea a gas.
Tom se quitó los zapatos y ________ le dijo que se tumbara, apoyándole la cabeza en su regazo. Tras acariciarle las cejas con un dedo, le pasó los dedos por el pelo hasta que él cerró los ojos.
—¿Dónde está Paulina ahora?
—En Boston. Cuando cobré la herencia, abrí un fondo de inversión a su nombre y le compré un piso. Ha estado en un centro de rehabilitación un par de veces, pero básicamente está bien cuidada. Volvió a Harvard hace un par de años, aunque se lo está tomando con calma.
—¿Qué pasó la noche que llamó mientras cenábamos?
Tom la miró confuso, hasta que recordó la noche en cuestión.
—Me había olvidado de que oíste esa conversación. Había bebido y tuvo un accidente de coche. Estaba histérica y pensé que iba a tener que coger un avión hasta allí. Sólo me llama cuando se mete en líos. O cuando quiere algo.
—¿Y qué pasó?
—Hice la maleta, pero antes de salir hacia el aeropuerto, llamé a mi abogado en Boston. Fue a verla al hospital y me dijo que no estaba tan grave como me había hecho creer. Pero un par de días más tarde la acusaron de conducción temeraria y tuve que contratar a un abogado especialista para que la defendiera. Últimamente ha estado bastante tranquila, pero de vez en cuando tiene alguna crisis.
Tal vez fue el brillo de las llamas, o la tensión de haberle revelado su secreto más oscuro, pero en ese momento Tom le pareció viejo y cansado para tener sólo treinta y pocos años.
—¿La amas?
Él negó con la cabeza.
—Siento algo por ella, pero no lo definiría como amor. Por mucho que me avergüence admitirlo, su presencia y su contacto nunca me resultaron familiares. Pero no podía abandonarla. Y menos aún cuando su familia le dio la espalda. Yo fui el causante de sus problemas. Por mi culpa, tal vez no pueda volver a tener hijos.
Tom se estremeció.
—¿Por eso decidiste no tenerlos tú?
—Ojo por ojo, ¿recuerdas? Cuando me lo confesó entre lágrimas, tomé la decisión. Me costó encontrar a un médico que accediera a hacer la operación. Todos me decían que era muy joven y que cambiaría de idea. Pero finalmente encontré a uno. Curiosamente, en aquel momento fue un consuelo.
Levantando el brazo, Tom le acarició la mejilla.
—Le hablé a Paulina de ti. Siempre ha sido una mujer celosa, pero sabe que no puedo darle lo que quiere. Nuestra relación es... complicada. Siempre formará parte de mi vida, ________. Quiero que te quede claro. Siempre y cuando sigamos...
Ella lo besó en los labios.
—Por supuesto que seguiremos juntos. La ayudas cuando tiene problemas. Es lo correcto. Me parece muy noble por tu parte.
—Créeme, ________, yo no me definiría como una persona noble.
—¿Me... me puedes contar lo del tatuaje?
Él se sentó en el sofá y acabó de quitarse la camisa, que tiró sobre la alfombra persa. Volviendo a apoyar la cabeza en el regazo de ________, la miró a los ojos, los suyos llenos de preocupación y resignados.
—Me lo hice en Boston, cuando salí de rehabilitación.
________ volvió a besar el dragón con delicadeza.
Tom inspiró hondo al notar el contacto de sus labios contra la piel desnuda.
Ella le acarició el pelo para que se relajara.
—¿Qué representa el dragón?
—Soy yo, o las drogas. O las dos cosas. El corazón es el mío y está roto, obviamente. Maia siempre estará en mi corazón. Me imagino que te parecerá horrible que tenga algo tan macabro y feo en mi cuerpo de manera permanente.
—No, Tom, no me lo parece. Es... un memorial.
—Paulina estaba embarazada de unos cinco meses cuando perdió el bebé. Estaba destrozada, igual que yo, y no celebramos ningún funeral. Hace un par de años, mandé erigir una lapida en Boston en memoria de la niña. —Llevándose la mano de ________ a la boca, la besó—. Pero no está enterrada allí —añadió, con voz torturada.
—No lo estaría aunque las cosas hubieran sido distintas. Está con Grace, Tom.
Él la miró con agradecimiento, mientras los ojos volvían a llenársele de lágrimas.
—Muchas gracias —susurró, besándole la mano una vez más—. Mandé colocar un ángel de piedra a cada lado de la lápida. Quería que fuera bonita.
—Estoy segura de que es preciosa.
—Tú has recibido parte de su legado. 
________ lo miró sin comprender.
—La beca de estudios lleva su nombre: Maia Paulina Kaulitz( M.P.K) (he aqi la duda que tenian sobre esas letras, era el nombre de su hija). _______ se secó una lágrima.
—Siento haber tratado de devolverla. No lo sabía. 
Tom se incorporó y le besó la nariz.
—Lo sé, amor mío. En aquel momento no me sentía preparado para explicarte su trascendencia. Sólo quería que la tuvieras. No había encontrado a nadie que fuera digno de ella —añadió, con otro beso suave.
—Le pregunté a Rachel por la beca. Ella no sabía nada.
—Nadie sabe nada de Maia ni de Paulina, excepto Richard. Grace también lo sabía. Me sentía tan avergonzado... Pensamos que Rachel y Scott ya tenían bastante con estar enterados de lo de las drogas. Tampoco saben lo del tatuaje. Tú eres la única que me lo ha visto.
_________ le hundió los dedos en el pelo.
—Oír a Puccini al entrar me ha asustado —susurró.
—Me ha parecido una música adecuada.
Ella negó con la cabeza.
—Por la manera en que traté a Paulina. Ella me amó durante años y yo no pude devolverle ese amor. —Tom se encogió de hombros y la miró ardientemente—. Nunca te trataría como a una mariposa, ni como a un juguete. Nunca te clavaría en un corcho ni te arrancaría las alas.
Ella lo miró con tristeza.
—Tom, por favor. Confío en ti. No eres Pinkerton, lo sé.
Como si quisiera recalcar sus palabras, lo besó. Tom retuvo su boca hasta que ella tuvo que apartarse para respirar.
—No te merezco —susurró él.
—Tal vez. Tal vez no nos merezcamos el uno al otro. Pero puedo elegir a quien quiero amar. Y te he elegido a ti.
Tom frunció el cejo, como si le costara creerlo.
—Por favor, deja que te ame. —La voz de ________ se quebró al decir las últimas palabras.
—Como si pudiera plantearme una vida sin ti.
Tom la atrajo hacia él, uniéndolos con la fuerza de la desesperación de su alma torturada.
_________ le devolvió su pasión con la misma intensidad, dando y recibiendo amor del hombre que descansaba la cabeza en su regazo. Tom le sujetó las muñecas y le besó las venas azuladas con la boca abierta, succionándolas con delicadeza.
—Perdóname ________, pero te necesito. Mi dulce, dulce, _________. Te necesito tanto... —le suplicó con voz ronca y los ojos como hogueras cafés.
Sin darse cuenta de lo que estaba pasando, ________se encontró con que Tom se había sentado en el sofá y que ella estaba sentada encima de él, a horcajadas. Tenían los torsos muy juntos y las manos de él la acariciaban, resiguiendo las curvas de su trasero por encima de los pantalones de lana.
De algún lugar de su mente le llegó el recuerdo de una de las fotografías en blanco y negro que decoraban la habitación de Tom. En ese instante, reconoció la belleza de la pasión que retrataban, desde la óptica no del espectador, sino de los protagonistas.
Lo que sentía era la fuerza del deseo, de la necesidad, de la desesperación y de un amor incondicional y muy profundo, que se había liberado al contarse sus secretos más ocultos y oscuros.
Tom sintió el amor de _________ en sus besos, en sus abrazos, en cómo le acariciaba la nuca, la superficie del tatuaje y le besaba el pecho con la boca abierta. Sabía que se lo daría todo. Haría cualquier cosa para librarlo del dolor, incluso ofrecerle su cuerpo.
«El sacrificio de Isaac.»
Con dedos temblorosos, ella se desabrochó los botones de la blusa y la dejó caer por los brazos. El grito ahogado de Tom fue un eco del sonido de la seda deslizándose hacia el suelo.
___________ era su redención.







HOLA!! BUENO ... AQUI ESTA UNO DE LOS CAPITULOS MAS IMPORTANTES DEL PRIMER LIBRO, MAIA ERA HIJA DE TOM Y ESTA MURIO, EL SE CULPA DE SU MUERTE, ESE ERA SU PECADO, EL INFIERNO DE EL. PAULINA ES LA MAMA DE MAIA Y ELLA ESTA ENAMORADA DE EL, LAS INICIALES DE LA BECA SON EN NOMBRE DE LA BEBE DE TOM, LA RAYA NO LO DEJO, ES MAS, CREO QUE LO AMA MAS, AHORA, SOLO QUEDAN 3 CAPS PARA QUE ACABE EL PRIMER LIBRO Y SIGUE EL SEGUNDO. BUENO ME DESPIDO, SI VEO 4 COMENTARIOS O MAS LES AGREGO SI NO ... NO, ADIOS :))

martes, 29 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM .- 30 (PARTE 1 y 2)

ULTIMOS CAPITULOS .... 1º LIBRO!!

CAP 30 (PARTE 1)
Al despertarse a la mañana siguiente, _________ notó algo cálido cerca de su corazón y una suave brisa que le acariciaba la nuca. Al fijarse más, se dio cuenta de que la mano de Tom le cubría un pecho mientras la abrazaba. Echándose a reír, cambió de postura.
Él gruñó ante el inesperado movimiento.
—Buenos días, Tom.
—Buenos días, preciosa. —Los labios de él se encontraron con su mejilla y la besaron.
—¿Has dormido bien?
—Muy bien. ¿Y tú?
—Bien, gracias.
—¿Te molesta que haga esto?
La estaba acariciando suavemente por encima del camisón.
—Al contrario, me gusta —respondió ________, volviéndose hacia él. Bajando la mano por su espalda, __________ le rodeó la cintura y la acercó para besarla apasionadamente.
—_________. —Le apartó unos mechones de pelo de la cara—. Hay algo que me gustaría decirte.
________ frunció el cejo. Él le pasó un dedo entre las cejas.
—Es algo agradable. Espero. 
Ella lo miró expectante.
Los grandes ojos de Tom la miraban con solemnidad.
—Te quiero.
__________ parpadeó y una sonrisa se extendió lentamente por su cara.
—Yo también te quiero. Pensaba que me lo había imaginado cuando lo dijiste anoche.
Él la besó con dulzura.
—Yo tampoco estaba seguro de que me hubieras oído.
—¿Sabes?, ya me lo habías dicho una vez.
—¿Cuándo?
—Cuando te rescaté de las garras de Christa y te metí en la cama, me llamaste Beatriz y me dijiste que me amabas.
Tom tragó saliva.
—________, siento haber tardado tanto en decírtelo como te mereces.
Rodeándole el cuello con los brazos, ella le apoyó la frente en la barbilla cubierta por una incipiente barba.
—Gracias.
—No, cariño, soy yo el que tiene que dártelas. Nunca me había sentido así. Haces que me dé cuenta de cómo he malgastado mi vida hasta ahora. —Se le ensombreció la mirada.
_________ le dio un beso suave.
—Los dos teníamos que madurar. Ha sido mejor así.
—Me arrepiento de cómo trataba a las mujeres antes de conocerte. Y lamento haber perdido el tiempo con ellas. Lo sabes, ¿verdad?
—Y yo lamento haber estado con Simon, pero no podemos hacer nada más que dar gracias por habernos encontrado finalmente.
—Ojalá pudiéramos pasarnos el día en la cama —dijo él, en tono soñador.
________ se echó a reír.
—Creo que eso sí que escandalizaría a tu familia.
—Supongo. Maldita sea.
Tom rió también, hasta que la risa de ambos se transformó en besos.
Ella fue la primera en apartarse.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Por supuesto —respondió él, aunque a ________ no se le escapó que apretaba la mandíbula.
«No quieras saberlo todo esta mañana, ________. Hay cosas que no puedo contarte en casa de Richard.»
—¿Qué clase de lencería femenina te gusta?
Relajando la mandíbula inmediatamente, Tom esbozó una pícara sonrisa.
—¿Me lo preguntas porque... estás haciendo una encuesta? 
Riendo, le cogió la mano y le besó los nudillos.
Ella se quedó mirando sus manos unidas.
—Me gustaría ir de compras antes del viaje. Me preguntaba qué cosas te gustan.
Él la miró con deseo.
—________, soy un hombre. Mi lencería favorita es... la que te quitas. —Le sujetó la barbilla para que no apartara la vista—. Eres una mujer preciosa. Cuando me imagino contigo, pienso en tomarme mucho tiempo para admirar tu belleza: tu cara, tus hombros, tus pechos, cada parte de ti. Pienso en tu piel blanca y sonrosada y en las
suaves curvas que adoraré con mi cuerpo.
La empujó con delicadeza hasta que quedó tumbada de espaldas y entonces se arrodilló a su lado.
—Quiero que lleves algo que te haga sentir cómoda y bella, porque así es como quiero que te sientas cuando estés conmigo. —Y atrapando su boca, la besó ardientemente.
Cuando se apartó, ________ lo miró traviesa.
—¿Algo cómodo, como un conjunto Lululemon para yoga? 
Él la miró confuso.
—No conozco esos lulu... lo que sea, pero si vas cómoda con ellos, no me oirás protestar.
Ella levantó la cara para frotarle la punta de la nariz con la suya.
—Eres un auténtico encanto, pero te lo he preguntado en serio. Quiero elegir algo que te guste.
—Me gustará... siempre que seas tú quien lo lleve puesto.
Tom volvió a besarla y esta vez se permitió el lujo de acercarse a ella hasta casi rozarle el pecho con el suyo, pero sin tocarla. Entre los dos empezó a circular una corriente de calor y electricidad que dejó a ________ sin aliento.
—¿Algún color? —insistió ella, jadeante—. ¿Algún estilo?
Riéndose, Tom le acarició la mejilla ruborizada.
—Mientras no sea negro ni rojo, me da igual.
—Pensaba que ésos eran los colores habituales. Se supone que son seductores.
Él le susurró al oído:
—Ya me has seducido. Me atraes, me seduces y me excitas... muchísimo.
La temperatura de la habitación aumentó tanto que _________ se olvidó de lo que quería preguntarle. Finalmente lo recordó.
—Entonces, ni rojo ni negro. ¿Ninguna preferencia, seguro?
—Eres muy obstinada. Pues ya que insistes, creo que te quedarían bien los colores pálidos: blanco, rosa, azul. Supongo que no hay nada malo en decirte que te he imaginado llevando lencería clásica, con el pelo suelto cayéndote sobre los hombros. Pero lo que yo me imagine no tiene importancia. Lo importante eres tú. Creo que la elección debería ser tuya. —Con una sonrisa, añadió—: Por supuesto, eso no quiere decir que no pueda regalarte algo mientras estemos allí. Pero para la primera vez quiero que elijas tú. Algo que te haga sentir especial, sexy y adorada. Eso es lo que quiero, porque te amo.
—Yo también a ti.
________ le dedicó una sonrisa tan dulce que Tom sintió que el corazón se le derretía en el pecho. Ella le acarició la mandíbula con el pulgar y él cerró los ojos abandonándose a su contacto. Cuando volvió a abrirlos, la miró con voracidad.
________ apartó la vista.
—Tengo que vestirme. ¿A qué hora salimos hacia Filadelfia?
Él le trazó una línea de besos desde una clavícula hasta la otra.
—Después —beso— de —beso— desayunar —beso—. El vuelo sale —beso— a la hora de la cena —beso— y tenemos que estar en el aeropuerto pronto —beso doble.
Con un beso de despedida, ________ salió al pasillo, apoyándose en las muletas.
En la planta baja, Richard parecía un derviche, preparando y sirviendo el desayuno a toda la familia. Scott devoraba todo lo que no estaba clavado al suelo o lo que no era reclamado por otras personas. Rachel y Aaron estaban mirando en la Blackberry de él fotos de sitios de Filadelfia donde celebrar la boda.
—Aquí están. —Rachel los saludó a los dos cuando entraron en la cocina.
—Tengo que devolverte esto —le dijo _________ al verla, deshaciéndose el nudo del pañuelo, que había vuelto a atarse al cuello.
—Quédatelo. A mamá le habría gustado que lo tuvieras.
_________ le dio las gracias con un abrazo. Una vez más, se sintió afortunada por la generosidad de su amiga y la de Grace, que siempre parecía velar por ella.
—Se te ve contenta esta mañana.
Scott le sirvió un vaso de zumo de naranja mientras _______ se sentaba.
—Lo estoy. Muy contenta.
—Más le vale tratarte bien —le susurró muy serio.
—Ha cambiado, Scott. Él... me ama —replicó ella en voz muy baja, para que no la oyeran los demás.
Él la miró sorprendido.
—Joder —murmuró incómodo, cambiando de postura antes de cambiar de tema.

CAP 30 (PARTE 2)

—Ayer era el día en que el tribunal tenía que decidir si dejaba a Simon en libertad bajo fianza. Su abogado estaba tratando de conseguirlo a toda costa —le explicó—, pero aún no sé qué han resuelto.
_________ tardó unos momentos en entender lo que le estaba diciendo. Cuando al fin lo hizo, las manos le empezaron a temblar de ansiedad y el zumo de naranja se le cayó sobre el desayuno, mojándolo.
Parpadeó tratando de recobrar la compostura. Mientras secaba el zumo del plato, se maldecía en voz baja por ser un manojo de nervios.
«Tom debe de estar harto de verme tirar cosas. Soy una idiota.»
Cuando iba a levantarse, vio una mano ante ella, ofreciéndole apoyo. Al levantar la vista, se encontró con un par de ojos color café que la miraban con preocupación. Tom la ayudó a bajar del taburete y a sentarse en otro seco. Tras darle un beso rápido en la frente, la tranquilizó:
—Ahora estás a salvo —musitó—. No permitiré que se acerque a ti. —Le acarició los brazos, frotándoselos arriba y abajo para relajarla.
Mientras Richard le preparaba otro gofre, Tom recogió el desayuno mojado y lo dejó en el fregadero.
—Yo me encargo. Siéntate con tu chica —dijo Scott a regañadientes—. Y lo siento.
Nadie se dio cuenta de la conversación entre los hermanos: el hijo pródigo y el hijo constante. Sus ojos se encontraron y en ellos brilló la luz de la comprensión y, tal vez, del perdón. Asintiendo agradecido, Tom se sentó junto a _______. Rodeándole la cintura con un brazo, le susurró palabras tranquilizadoras al oído hasta que ella dejó de temblar.
Tenía que llevársela de Selinsgrove.

Mientras se alejaban, ________ cerró los ojos y suspiró aliviada. Había sido una mañana llena de emociones. Decirle adiós a su familia adoptiva no había sido fácil. Y decirle adiós a su padre, tras los acontecimientos del fin de semana, había sido agotador.
—¿Lamentas marcharte? —Tom le acarició la mejilla. _________ abrió los ojos.
—Una parte de mí no quería irse, pero otra deseaba huir de ahí lo antes posible.
—Lo entiendo. A mí me pasa lo mismo.
—¿Qué te ha dicho mi padre al despedirse? 
Tom se removió en el asiento.
—Me ha dado las gracias. Dice que es consciente de que Simon te podría haber hecho mucho daño. —Enlazando los dedos con los suyos, se los llevó a los labios—. Me ha pedido que cuide de su niñita, dice que lo eres todo para él.
Una lágrima rodó por la mejilla de _______ al oírlo. Se la secó con la mano y miró por la ventana. Ciertamente, las cosas con su padre habían cambiado.
Durante el vuelo de vuelta a Toronto, se acurrucó junto a Tom, dejando a un lado el trabajo para reposar la cabeza en su hombro.
—Tengo que empezar a preparar el viaje —dijo él, dándole un beso en la cabeza.
—¿Cuándo nos iremos?
—Había pensado partir en cuanto acabaran las clases del viernes, pero si tú vienes, tendremos que esperar a que Katherine entregue tu nota. La conferencia es el día 10. ¿Te iría bien viajar el 8?
—Supongo que sí. Tengo que presentar algún trabajo el viernes y Katherine también espera que le entregue un borrador del proyecto. Supongo que tardará unos días en leerlo, así que no creo que haya problema en salir el 8. ¿Cuándo pensabas volver?
Tom movió el brazo para rodearla con él.
—Rachel quiere que vayamos todos a casa en Navidad. Eso te incluye. Así que tendríamos que salir de Italia el 23 o el 24 y hacer una parada en Filadelfia antes de regresar a Toronto. A menos que prefirieras quedarte a pasar las Navidades conmigo en Italia.
______ se echó a reír.
—¿Y arriesgarme a sufrir la furia de Rachel? No, gracias. Además, mi padre también espera que vaya, aunque ya sabe que no me quedaré a dormir en su casa.
Se estremeció.
Tom la abrazó con más fuerza.
—Pues entonces duerme conmigo. Reservaremos habitación en un hotel. No pienso dormir separado de ti por un pasillo nunca más.
_________ se ruborizó, pero sonrió.
—Tendremos dos semanas para disfrutar de Florencia. Y también podemos viajar a Roma y a Venecia, si quieres. Podríamos alquilar una casa en la región de Umbría. Conozco un lugar precioso, cerca de Todi. Me gustaría enseñártelo.
—Mientras esté contigo, amor mío, me da igual dónde estemos. 
Tom apretó los labios.
—Dios te bendiga —murmuró.
—Rachel ha empezado a preparar la boda. La celebrarán a finales de agosto, siempre y cuando el salón que quieren esté libre. Me pregunto por qué querrá esperar tanto. —_______ quería saber si Tom tenía más información.
Pero él se encogió de hombros.
—Conociendo a Rachel, probablemente necesite meses para asegurarse de que a todo el mundo se le ha notificado el enlace debidamente y que la boda aparezca en la CNN.
Los dos se echaron a reír.
—Creo que Rachel querrá tener familia en seguida —dijo _______—. Me preguntó qué opinará Aaron.
—Él la ama y quiere casarse con ella. Me imagino que estará encantado de que el amor de su vida lleve a su hijo en su interior.
Tras unos instantes, se volvió hacia ella.
—________, ¿no te preocupa que no pueda...?
—No. Al menos de momento no. Quiero acabar los cursos y, más tarde, obtener el doctorado. Me gustaría dar clases. —Se encogió de hombros—. Supongo que es una de las ventajas de salir con alguien más joven.
Tom resopló en broma.
—Me haces sentir como un anciano. ¿Te das cuenta de que cuando cumplas treinta años cambiarás de opinión? O antes. Y entonces...
_________ frunció el cejo y negó con la cabeza.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Que no te quiero? No pienso decirlo. Te quiero, Tom, por entero, tal como eres. Por favor, no me apartes de ti ahora que al fin nos hemos reencontrado —le rogó, cerrando los ojos—. Me duele.
—Perdóname —susurró él, besándole el dorso de la mano.
Ella aceptó sus disculpas y trató de relajarse, cansada por las emociones del día.
Él se frotó los ojos para poder pensar, pero pronto se dio cuenta de que iba a necesitar un poco de distancia para poder poner sus ideas en orden.
«No hará falta que te anime a apartarte de mí cuando te cuente lo de Paulina...»

La primera semana de diciembre fue la última semana de clases. Fueron unos días bastante tranquilos. Tom y ________ se mantuvieron apartados. Por las noches, él preparaba en su amplio apartamento la conferencia que daría en la Galería de los Uffizi, mientras que ella trabajaba incansablemente en su diminuto agujero de hobbit.
Se escribían mensajes de texto constantemente.

*Cariño, te echo de menos. ¿Te vienes? Te quiero, T.

________ sonrió con tanto cariño al ver el mensaje en la pantalla que hasta el iPhone se ruborizó.

*T, yo también te echo de menos. Estoy acabando un trabajo para esta locura de seminario sobre Dante que estoy haciendo. Probablemente me pase la noche trabajando. El profesor está buenísimo, pero es muy exigente. Te quiero, _______.


Se volvió hacia el portátil para seguir trabajando en el proyecto para Katherine. Poco después, el teléfono volvía a avisarla de que tenía un mensaje.

*Cariño, estás de suerte, soy especialista en Dante. ¿Por qué no te traes el trabajo a mi casa y te ayudo a hacerlo... toda la noche... Todo mi amor, T.
P. D.: ¿Cómo de bueno?

Ella se echó a reír y escribió la respuesta:

*Queridísimo Especialista en Dante, mi profesor está buenísimo, es ardiente como una hoguera, picante como el chile habanero y el pollo vindalú. Ya sé cómo sería tu noche de trabajo y sé que no acabaría el ensayo.
¿Lo dejamos para el viernes? Besos y abrazos. ________.

Esperó un poco por si contestaba inmediatamente, pero la respuesta no llegó hasta que estuvo en la ducha.

*Querida _______, caramba, sí que es ardiente tu profesor. Tu rechazo me ha dejado sumido en un mar de soledad, que trato de superar con un vaso de whisky escocés y un par de capítulos de Graham Greene. Tus besos y abrazos me han ayudado un poco. Te quiero. T.
P. D.: Tú eres ardiente como el sol, pero mucho más bonita.

Ella sonrió y le respondió con un breve mensaje, diciéndole cuánto lo amaba. Después, pasó el resto de la noche trabajando.
Finalmente se vieron el miércoles, durante el último seminario. El principal atractivo de la sesión fue el comportamiento de Christa. Iba muy elegante, con un largo jersey de cachemira color berenjena que le servía de vestido y se le ceñía a las curvas del pecho y el trasero de un modo muy atractivo. Iba impecablemente peinada y maquillada, pero estaba muy quieta, sin tomar apuntes, y la expresión de su cara era de enfado. Para no dejar lugar a dudas, se cruzó de brazos.
Cuando el profesor Kaulitz hizo una pregunta muy sencilla, no levantó la mano. Cuando él la miró por encima de las gafas, animándola a participar, ella frunció el cejo y miró hacia otro lado. Si Tom no hubiera estado tan concentrado en lo suyo se habría preocupado. Pero no lo hizo.
El comportamiento de Christa no sólo llamaba la atención por su silencio, sino por su flagrante hostilidad contra _________, a la que miraba con odio abierto.
—¿Qué mosca le habrá picado? —le susurró ella a Paul al oído, en cuanto acabó en seminario.
Él se echó a reír.
—Tal vez se haya convencido ya de que Kaulitz no va a aceptar el tema de su tesis y se esté planteando un cambio de carrera profesional. Hay un club de striptease en la calle Yonge que busca personal. Quizá tenga lo que hace falta para trabajar allí. O no.
Esa vez fue ________ la que se echó a reír.
—Por cierto, me gusta tu pañuelo. Es muy francés —comentó Paul con una sonrisa—. ¿Regalo de tu novio?
—No. De mi mejor amiga.
—En cualquier caso, te queda bien.
Ella le sonrió mientras recogían los libros. Cuando volvían a casa, paseando bajo la ligera nevada, se contaron una versión (vagamente modificada) de sus respectivos días de Acción de Gracias.





HOLA!!! BUENO ... QUE LES PARECIO EL CAPS ...? A MI HERMOSO!!! BUENO NO TENGO MUCHO QUE DECIR APARTE DE QE YA ME DIO FLOJERA ESCRIBIR LA NOTA -.- ... YA SABEN SI VEO 4 O MAS COMENTARIOS LES AGREGO SI NO ... NO --- ADIOS :))

lunes, 28 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM .- 29 (PARTE 1 y 2)

ULTIMOS CAPITULOS ... 1º LIBRO!

CAP 29 (PARTE 1)
Cuando _______ se despertó a la mañana siguiente, Tom estaba sentado en el borde de la cama, completamente vestido, contemplándola.
—Buenos días —lo saludó, sonriendo.
Él se inclinó y le dio un cariñoso abrazo.
—Llevo un rato levantado, pero he subido hace poco para asegurarme de que estabas bien. Es muy relajante verte dormir.
Tras darle un beso muy dulce, se acercó al armario por un jersey.
_________ rodó hasta quedar boca abajo en la cama y lo observó con descaro, admirando cómo la camisa se le ajustaba a los hombros a la perfección. Desde donde estaba, también podía disfrutar del espectáculo de su trasero, bien definido gracias a los vaqueros negros que llevaba.
«Eso sí que es un buen culo», pensó.
—¿Qué has dicho? —preguntó Tom, mirando por encima del hombro.
—No he dicho nada.
Él torció los labios, como si se estuviera aguantando la risa.
—¿Ah, no?
Al regresar a su lado, se inclinó y le susurró al oído:
—No sabía que tuvieses debilidad por los culos.
—¡Tom!
Algo avergonzada por haber sido descubierta, le dio una palmada en el brazo y ambos se echaron a reír.
Agarrándola por la cintura, él la sentó en su regazo.
—En cualquier caso, quiero que quede claro que mi culo se siente muy halagado.
—¿Ah, sí? —_______ arqueó una ceja.
—Inmensamente. Quiere que te haga llegar sus respetos y que te diga que espera conocerte de un modo más... íntimo y personal cuando estemos en Florencia.
Negando con la cabeza, _______ se inclinó hacia él en busca de un beso. Fue recompensada con uno breve pero muy tierno, antes de que se apartara y le dijera muy serio:
—Tenemos que hablar de un par de cosas.
________ se mordió el labio inferior y esperó.
—Simon ha sido arrestado y se le imputan varios cargos. El abogado de su padre está en camino y se rumorea que tratará de llegar a un acuerdo.
—¿Ah, sí?
—Al parecer, el senador no quiere que esto llegue a los periódicos. Scott ha llamado al fiscal, que le ha asegurado que el asunto recibirá prioridad. Scott le ha dejado claro que a todos nos gustaría que la sentencia fuera de prisión y no algún sucedáneo como una casa tutelada o un programa de tratamiento. Aunque, dados los contactos del padre de Simon, dudo que vaya a la cárcel.
________ se dijo que tendría que darle las gracias a Scott en cuanto lo viera.
—¿Y tú? ¿Hay riesgo de que puedas ir a la cárcel?
Tom se echó a reír.
—El abogado de los Talbot ha amenazado con presentar cargos. Por suerte, mi hermano ha tenido una conversación corta pero muy esclarecedora con él, recordándole que a la prensa le encantaría oír mi versión de la historia, además de la tuya. No, no habrá denuncia. No hace falta que te diga que los Talbot ya están hartos de Scott.
_______ cerró los ojos y soltó el aire lentamente.
La idea de que le pudiera pasar algo a Tom le resultaba muy dolorosa, sobre todo porque no había hecho nada más que ayudarla.
—Tengo que ducharme y vestirme —dijo, abriendo los ojos.
Él le dirigió una mirada ardiente, mientras le recorría el brazo con un dedo.
—Me encantaría ducharme contigo, pero me temo que mi familia se escandalizaría.
________ se estremeció.
—Y no queremos escandalizar a su familia, profesor Kaulitz
—Por supuesto que no, señorita Mitchell. Sería de lo más inadecuado. Un escándalo. Así que, para preservar el decoro, mi halagado culo y yo prescindiremos del placer de una ducha en su compañía. —Inclinándose hacia ella, añadió con los ojos brillantes—: De momento.
_________ se echó a reír y Tom la dejó sola.
Cuando volvió a la habitación después de ducharse, se lo encontró esperándola en el pasillo.
—¿Pasa algo?
—No. Sólo quería asegurarme de que no tropezabas. ¿Dónde tienes las muletas?
—En la habitación, pero no te preocupes, Tom. Estoy bien. —Pasó cojeando a su lado y entró en el cuarto, donde cogió el cepillo y empezó a desenredarse el pelo con dificultad.
—Deja que lo haga yo —dijo él, acercándose y quitándole el cepillo de la mano.
—¿Vas a cepillarme el pelo?
—¿Por qué no?
Le señaló una silla para que se sentara. Colocándose a su espalda, empezó por deshacerle los enredos más grandes con los dedos.
________ cerró los ojos.
Tom continuó unos instantes antes de susurrarle al oído:
—¿Te gusta?
Como respuesta, ella ronroneó, sin abrir los ojos.
Tom rió, negando con la cabeza. Era tan dulce y fácil de complacer... Y él quería complacerla. Desesperadamente. Cuando hubo acabado de deshacerle los enredos, le pasó el cepillo por el pelo con suavidad, trabajando metódicamente, mechón por mechón.
Ni en sus sueños más locos, _______ se lo habría imaginado como peluquero. Pero había algo instintivo en su modo de tocarla. Algo en cómo sus largos dedos se deslizaban por su pelo que hizo que le subiera la temperatura. Se imaginó los placeres que la esperaban en Florencia, cuando pudiera disfrutar de su cuerpo al completo. ¡Y desnudo! Cerró las piernas bruscamente.
—¿La estoy excitando, señorita Mitchell? —susurró, con su voz dulce como la miel.
—No.
—Entonces es que estoy haciendo algo mal. —Procurando no echarse a reír, ralentizó el ritmo de sus movimientos y le dio un suave beso en la coronilla—. Aunque, en realidad, mi auténtico objetivo es hacerte sonreír.
—¿Por qué eres tan amable conmigo?
Tom se detuvo del todo.
—Ésa es una pregunta muy rara para hacérsela a un amante.
—Lo digo en serio, Tom. ¿Por qué?
Él volvió a cepillarle el cabello antes de responder.
—Tú has sido amable conmigo desde la primera vez que nos vimos. ¿Por qué no iba a serlo yo? ¿No crees que mereces ser tratada con amabilidad?
_________ prefirió no insistir. Aunque la noche anterior estaba muy alterada, recordaba perfectamente haberle confesado su amor en el hospital. Pero él no había contestado.
«No pasa nada —se dijo—. Sus actos, su amabilidad y su protección son más que suficiente. No necesito las palabras.»
_________ lo amaba tanto que le dolía. Siempre lo había sentido así, con tanta intensidad que incluso en sus días más sombríos la luz de su amor había permanecido encendida. Pero al parecer él no sentía lo mismo.

CAP 29 (PARTE 2)

Cuando acabó de peinarla, Tom insistió en prepararle algo de comida. Después se quedaron sentados en la cocina, haciendo planes para la tarde. Hasta que sonó el teléfono y Richard entró con el inalámbrico en la mano.
—Es tu padre —le hizo saber, dándole el teléfono a _______.
Tom lo cogió y cubrió el auricular con la mano.
—No hace falta que hables con él si no quieres. Yo puedo encargarme.
—Algún día tendremos que hablar.
__________ se bajó del taburete y se fue con el teléfono al comedor, con ayuda de las muletas.
Richard miró a su hijo y negó con la cabeza.
—No puedes interponerte entre ella y John.
—No ha sido un padre modelo precisamente.
—Tal vez, pero es el único que tiene. Y _______ es la luz de su vida. 
Tom entrecerró los ojos.
—Si le importara tanto, la habría protegido mejor. 
Richard le apoyó una mano en el hombro.
—Los padres nos equivocamos. A veces, es más fácil enterrar la cabeza en la arena que admitir que nuestros hijos tienen problemas. Y que es culpa nuestra. Lo sé por experiencia.
Él apretó los labios pero no dijo nada.
Unos diez minutos más tarde, _______ regresó. Aunque Richard seguía en la cocina, Tom la abrazó y la besó en la mejilla.
—¿Va todo bien?
—Mi padre quiere que vaya a cenar con él esta noche.
A Richard le pareció que ése era un buen momento para retirarse y se dirigió a su despacho.
—¿Tú quieres ir?
—Será incómodo, pero le he dicho que sí.
—_________, no tienes que hacer nada que no quieras. Si lo prefieres, te llevaré yo.
Ella negó con la cabeza.
—Lo está intentando, Tom. Es mi padre; tengo que darle una oportunidad.
Él guardó silencio, frustrado, pero no quiso discutir con ella.
A las seis en punto, John Mitchell apareció en casa de los Clark, vestido con traje y tirándose nerviosamente de la corbata. No estaba acostumbrado a llevarla. Se la había puesto por su hija.
Richard lo hizo pasar al salón y le dio conversación mientras esperaban que ________ bajara.
—¿Estás segura de que quieres ir?
Tumbado en la cama, Tom la contemplaba mientras se aplicaba el pintalabios con ayuda del espejo de la polvera.
—No voy a dejar plantado a mi propio padre. Además, Rachel se va a llevar a Richard a ver una película romántica y tú has quedado para salir con los chicos. Acabaría quedándome aquí sola.
Tom se levantó, se acercó a ella y le rodeó la cintura con los brazos.
—No estarías sola; estarías conmigo. Y sé cómo entretener a una dama. —Reforzó sus palabras dándole varios besos húmedos detrás de la oreja—. Estás impresionante —le susurró.
_________ se ruborizó.
—Gracias.
—¿El pañuelo es de Rachel? —preguntó, acariciando la seda del fular azul de Hermès que su hermana le había anudado artísticamente alrededor del cuello para ocultar el mordisco.
—Era de Grace —respondió ________ suavemente—. Fue un regalo de Richard.
—A él le gustaba malcriarla. Sobre todo cuando iban a París.
—Te le pareces mucho. —Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
—Espera a que lleguemos a Florencia. —Tom la abrazó con fuerza y la besó apasionadamente antes de soltarla.
—¿Y adónde iréis vosotros? Espero que no sea a un club de striptease.
________ lo miró parpadeando, demasiado adorable para la tranquilidad mental de Tom.
—¿No creerás en serio que haría algo así?
—¿No es eso lo que hacéis los chicos cuando salís solos? 
Tom le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
—¿Crees que Rachel aprobaría esa excursión?
—No.
—¿Y yo? ¿Crees que a mí me apetece? 
________ apartó la vista y no respondió.
—¿Por qué tendría que ir a mirar a otras mujeres cuando la mujer más hermosa del mundo comparte mi cama cada noche? —insistió él, dándole un beso muy dulce—. La única mujer a la que quiero ver desnuda es a ti.
Ella se echó a reír.
—¿Qué te había preguntado? Ya no me acuerdo. 
Tom sonrió.
—Bien. Ven aquí.

Más tarde, esa noche, cuando la casa estaba a oscuras y todo el mundo ya se había acostado, _______ volvió a colarse en la habitación de él, con un sencillo camisón azul. Tom estaba sentado en la cama, con las rodillas dobladas, leyendo. No llevaba la parte de arriba del pijama y se había puesto las gafas.
—Hola —la saludó sonriendo y dejó El fin de la aventura en la mesilla de noche—. Estás preciosa.
Apoyando las muletas en la pared, ________ se tocó el camisón agradecida.
—Gracias por ir a buscar mis cosas a casa de mi padre.
—De nada. —Tom le ofreció la mano y ella se acurrucó a su lado.
Al besarla, se dio cuenta de que seguía llevando el pañuelo de
Hermès.
—¿Por qué no te lo has quitado? —le preguntó, tirando de los extremos.
________ bajó la vista.
—No quiero que tengas que ver la señal. 
Él le levantó la barbilla.
—No tienes que esconderme nada.
—Es fea. Y no quiero recordártelo a todas horas.
Tom la miró fijamente mientras le quitaba el pañuelo. Tiró con mucha suavidad, haciéndole cosquillas en la nuca hasta que lo tuvo en la mano. El contacto de la seda sobre su piel, acompañado por la intensidad de su mirada, hizo que _______se estremeciera. Tras dejar el pañuelo en la mesilla de noche, él le besó la marca repetidamente.
—Los dos tenemos cicatrices, _______. Pero las mías no están a la vista.
—Ojalá no las tuviera —susurró ella—. Ojalá mi piel fuera perfecta.
Tom negó con la cabeza con tristeza.
—¿Te gusta Caravaggio?
—Mucho. De sus cuadros, El sacrificio de Isaac es mi favorito. 
Él asintió.
—Yo prefiero La incredulidad de santo Tomás. Richard tiene una copia en su despacho. Esta misma tarde la he estado mirando.
—Siempre me ha parecido un cuadro... extraño.
—Es extraño. Jesús se aparece a los apóstoles tras la resurrección y Tomás le mete el dedo en la llaga del costado. Es un cuadro profundo.
_________ a no le veía la profundidad por ningún lado, por lo que guardó silencio.
—________, si quieres esperar a que la cicatriz desaparezca, esperarás en vano. Las cicatrices no desaparecen nunca. El cuadro de Caravaggio lo muestra claramente. Las heridas cicatrizan y dejamos de pensar en ellas, pero su huella es permanente. Ni siquiera las cicatrices de Cristo desaparecieron.
Se frotó la barbilla, pensativo. Al cabo de un momento, continuó:
—Si no hubiera sido tan egoísta, me habría dado cuenta. Y habría tratado a Grace y a los demás con más cuidado. Te habría tratado a ti con más cuidado en septiembre y octubre. —Carraspeó—. Espero que me perdones las cicatrices que te he dejado. Sé que son numerosas.
Ella se sentó en su regazo y lo besó apasionadamente.
—Te perdoné hace tiempo. Te lo perdoné todo. No volvamos a hablar de esto.
Los dos casi amantes compartieron unos instantes de silencio antes de que Tom le preguntara cómo había ido la cena con su padre.
—Se ha echado a llorar —respondió ________, removiéndose incómoda.
Tom levantó las cejas.
«¿John Mitchell llorando? Resulta difícil de creer.»
—Me ha explicado cómo encontró la casa. Cuando le he contado lo que pasó antes de que tú llegases, se ha echado a llorar. Le he dicho algunas de las cosas que Simon solía decirme cuando discutíamos y los dos hemos llorado en medio del restaurante. —_______ negó con la cabeza—. Ha sido un desastre.
Tom le apartó el pelo de la cara para verla mejor.
—Lo siento —dijo.
—Teníamos que hablar y, por primera vez en la vida, he tenido la sensación de que me escuchaba. Al menos creo que lo está intentando. Es un gran paso. Y cuando nos hemos quitado esos temas de encima, hemos hablado de ti. Quería saber cuánto tiempo llevábamos juntos.
—¿Qué le has dicho?
—Que poco tiempo, pero que me gustas mucho. Le he dicho que has hecho muchas cosas por mí y que eres importante en mi vida.
—¿Le has contado lo que siento por ti? 
Ella lo miró con timidez.
—Bueno, sobre lo de hacerme el amor en Florencia no he mencionado nada, pero le he dicho que creo que te gusto.
Tom frunció el cejo.
—¿Que me gustas? ¿No se te ha ocurrido nada mejor?
—Es mi padre. No le interesan los detalles sentimentales. Lo que le interesa es saber si te drogas, si te metes en peleas y si eres fiel.
Él hizo una mueca.
_______ lo abrazó.
—Le he dicho que eres un ciudadano ejemplar y que me tratas como a una princesa. Que no te merezco.
—Eso es mentira. —Tom le besó la frente—. Soy yo quien no te merece.
—Tonterías.
Se besaron dulcemente unos momentos antes de que él se apartara para quitarse las gafas y dejarlas encima del libro. Apagó la luz y la abrazó por detrás, sintiéndose muy feliz.
Cuando se estaban quedando dormidos, ________susurró:
—Te quiero.
Como Tom no respondió, asumió que ya se había dormido. Suspirando, se acomodó contra su pecho. Él la sujetó con más firmeza por la cintura.
Lo oyó inspirar hondo y contener el aire antes de decir:
—_______Mitchell, yo también te quiero.




HOLA!! BUENO ... TOM LE DIJO A LA RAYA QUE LA QUIERE *-* OK ... ESTO ES MUCHO PARA MI xD ... AM!! YA SE ACABA EL PRIMER LIBRO!! Y LO HARE EN OTRO BLOG ... CREO QUE ES MEJOR ASI, PONDRE LOS LINKS ... NO SE PREOCUPEN! ASI ESTARAN LOS TRES LIBROS!! ... BUENO QUE ESTEN BIEN, YA SABEN, SI VEO 4 O MAS COMENTARIOS LES AGREGO SI NO .. NO!! ADIOS :))

sábado, 26 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM.- 28 (PARTE 1,2 y 3)

CAP 28 (PARTE 1)
Después de cenar, Scott se fue a visitar a un amigo. Al volver a casa, descubrió sorprendido que había dos coches de policía en la puerta. La agente Jamie Roberts estaba interrogando a ______ en el salón, mientras el agente Ron Quinn hacía lo propio con Tom en el comedor. Con Richard ya habían hablado antes.
—¿Alguien puede explicarme qué hace la casa llena de policías? ¿Qué ha hecho Tom esta vez? —les preguntó Scott a su padre y a su hermana, que estaban sentados en la cocina.
Aaron sacó una cerveza de la nevera, la abrió y se la alargó a Scott, que la aceptó agradecido.
—Simon Talbot ha atacado a ________. 
Scott casi escupió la cerveza.
—¿Qué? ¿Está bien?
—El muy cabrón la ha mordido —explicó Rachel— y casi le ha roto el tobillo.
—¿Él...? —empezó a preguntar con decisión, pero no fue capaz de pronunciar las palabras en voz alta.
Su hermana negó con la cabeza.
—Se lo he preguntado. Tal vez no debería, pero lo he hecho. Me ha dicho que no.
Todos soltaron un suspiro de alivio.
Scott dejó la cerveza sobre la encimera con fuerza.
—Bueno, ¿y dónde está Simon ahora? Vamos, Aaron, alguien tiene que darle una lección.
—Tom ya se ha encargado de eso. Ron dice que han tenido que llevarlo al hospital con la mandíbula rota. Tom le ha destrozado la cara.
—¿El Profesor? ¿Por qué iba a hacer algo así?
Aaron y Rachel intercambiaron una mirada sin decir nada.
—De todos modos, me gustaría hacerle una visita de cortesía a ese gilipollas —insistió Scott, con los puños cerrados a los costados.
Aaron negó con la cabeza.
—¿Te estás oyendo? Eres fiscal, Scott, y él es el hijo de un senador. No puedes ir a darle una paliza. Además, Tom ha hecho un buen trabajo. Cuando los médicos acaben de remendarlo, lo detendrán.
—Aún no me habéis explicado por qué Tom se ha ensuciado las manos por ______. Apenas se conocen.
Rachel se inclinó hacia su hermano y le susurró:
—Son pareja.
Scott parpadeó como un semáforo perezoso.
—¿Cómo dices?
—Lo que has oído. Están juntos.
—Joder. ¿Qué hace _______ con él?
Antes de que nadie pudiera ofrecer una opinión, Tom entró en la cocina.
—¿Dónde está ______?
—Aún la están interrogando —respondió Richard, sonriendo y apoyando la mano en el hombro de su hijo adoptivo—. Estoy muy orgulloso de lo que has hecho por ella. Sé que hablo en nombre de todos. Damos gracias porque llegaras a tiempo de impedir algo peor.
Tom apretó los labios y asintió, incómodo.
—Te has ganado una medalla por haberle dado una paliza a Simon Talbot, pero no por haberte liado con _______. No te la mereces. No eres lo bastante bueno para ella —dijo Scott, haciendo crujir los nudillos.
Tom le dedicó una mirada gélida.
—Mi vida personal no es asunto tuyo.
—Ahora sí. ¿Qué clase de profesor se tira a sus alumnas? ¿No tienes suficiente con todas las demás?
Rachel inspiró hondo y empezó a dirigirse hacia la puerta, alejándose del inminente choque de titanes.
Con los puños apretados a los costados, Tom se acercó a su hermano, más joven pero más corpulento.
—Como vuelvas a usar ese vocabulario para referirte a ella, tú y yo vamos a tener más que palabras.
—Chicos, dejaos ya de toda esta mierda de Caín y Abel. Hay policías en el salón y estáis asustando a vuestra hermana —les advirtió Aaron, interponiéndose entre ellos y apoyándole a Scott una mano en el pecho.
—________ no es de esas chicas a las que uno deja tiradas después de follársela. Es de las chicas con las que uno se casa —dijo Scott por encima del hombro de Aaron.
—¿Tu crees que no lo sé? —preguntó Tom con hostilidad.
—¿Y no se te ha ocurrido pensar que ya ha cubierto el cupo de gilipollas en su vida?
Richard levantó una mano.
—Scott, ya basta.
Éste miró a su padre con curiosidad.
—Tom ha rescatado a _______ de su atacante.
Su hijo se lo quedó mirando como si le hubiera dicho que la Tierra era plana. Y que todos lo sabían, menos él. Rachel intervino, ansiosa por cambiar de tema.
—Por cierto, Tom, no sabía que conocieras a Jamie Roberts. ¿Fuisteis juntos al instituto?
—Sí.
—¿Erais amigos?
—Conocidos.
Todos los ojos se volvieron hacia él, que se dio la vuelta y salió de la cocina.
Richard esperó a que la tensión se calmara para volverse hacia Scott.
—Me gustaría hablar un momento contigo —le indicó, con calma pero con decisión.
Los dos subieron la escalera y se encerraron en el despacho de Richard.
—Siéntate —le indicó éste—. Quiero que hablemos de tu actitud respecto a tu hermano.
Sentado frente a su padre, Scott se preparó para lo que se le venía encima. Richard sólo llevaba a sus hijos al despacho para las charlas trascendentes.
Señalando hacia una reproducción del cuadro de Rembrandt El regreso del hijo pródigo, que ocupaba un lugar de honor en una de las paredes, Richard le preguntó:
—¿Recuerdas la parábola?
Scott asintió lentamente. Se había metido en un lío.

_______ se incorporó en la cama y se sentó de un salto, tratando de respirar.
«Una pesadilla. Sólo ha sido una pesadilla. Estás a salvo.»
Su corazón tardó unos minutos en recuperar el ritmo normal. Cuando su mente aceptó que estaba en la habitación de invitados de los Clark y no debajo de Simon, en el suelo de su antigua habitación, se relajó un poco.
Encendió la lámpara. La luz dispersó las sombras, pero no la animó. Se tomó un par de pastillas para el dolor que Tom le había dejado en la mesita de noche cuando la había acompañado a la cama, unas horas antes. La había arropado y la había abrazado por encima de las mantas hasta que se había dormido. Pero ahora no estaba.
«Lo necesito a mi lado.»
Más que las pastillas para el dolor, la luz o el aire, ________ lo necesitaba a él. Necesitaba sentir su cuerpo rodeándola, oír su voz profunda susurrándole palabras de consuelo. Era la única persona que podía hacerle olvidar lo que había pasado. Necesitaba tocarlo. Necesitaba besarlo para olvidar la pesadilla.
Las pastillas servían sólo para aliviarle el dolor del tobillo; así que, a saltitos, fue hasta la habitación de Tom para que le aliviara el dolor del corazón. Silenciosa como un ratón, escuchó. Cuando se convenció de que no había nadie despierto, entró en la habitación de él.
Tardó unos instantes en distinguir algo en la penumbra. Tom no había corrido las cortinas y estaba tumbado en el lado de la cama que habitualmente ocupaba ______. Se preguntó si podía decir que tuviese un lado de la cama con él. Fue dando saltos hasta el otro lado, apartó el edredón y apoyó una rodilla en el colchón.
—_______.
Su ronco murmullo la sobresaltó. Se cubrió la boca con la mano para no gritar.
—No, quieta.
Ella se sintió desfallecer ante su rechazo y bajó la cabeza avergonzada.
—Lo siento. No quería molestarte.
Ruborizada de vergüenza y conteniendo las lágrimas, se volvió para irse.
—No quería decir eso. Espera.
Tom apartó el edredón de un golpe seco y se levantó. Estaba desnudo y la luz de las estrellas se reflejaba en su espalda, sobre sus músculos, desde los atléticos hombros, bajando por la columna hasta la estrecha zona lumbar, que se estiró mientras se agachaba para coger el pantalón del pijama.
Y, por supuesto, también sobre un trasero precioso y las piernas...
Cuando acabó de ponerse los pantalones, se volvió hacia ella. Esta vez la luz se reflejó en su pecho perfectamente esculpido y en sus anchos hombros. El dragón tatuado quedaba medio oculto por la oscuridad, pero siempre estaba presente.
—Ya está. Ya puedes asaltar mi cama —bromeó—. He pensado que te asustarías si entrabas y me encontrabas así.
________ puso los ojos en blanco. No le gustaba que se riera de ella, pero en ese caso, lo entendió
—Ven aquí —susurró él, extendiendo el brazo para que, cuando se acostara, la cabeza de _______ quedara apoyada en su pecho—. Me he puesto la alarma para ir a ver cómo estabas. Habría sonado en quince minutos. ¿Qué tal tienes el tobillo?
—Me duele.
—¿Te has tomado las pastillas que te dejé?
—Sí, pero aún no me han hecho efecto.
Tom le buscó la mano y le dio un beso en los dedos con delicadeza.
—Mi pequeña guerrera —le dijo, acariciándole el pelo con la yema de los dedos—. ¿No podías dormir?
—He tenido una pesadilla.
—¿Quieres hablar de ello?
—No.
Él la abrazó con más fuerza para indicarle que si cambiaba de opinión, estaría allí para escucharla.
—¿Puedes besarme? —le pidió ________.
—Pensaba que, después de lo que ha pasado, no querrías que te tocara.
Ella alzó la cabeza y unió sus labios a los suyos, poniendo fin a la conversación.
Tom la besó con delicadeza, sin apenas apretar, porque la boca de ________ seguía irritada y no quería hacerle daño. En silencio, maldijo a Simon.
Pero ella no tenía suficiente con ese beso. Quería beber de él, quería que el fuego que sólo Tom sabía despertar en su interior la envolviera y no pensar en nada más.
Abriendo la boca, _______ le recorrió el labio inferior con la lengua, saboreando su dulzura. Con decisión, le metió la lengua en la boca hasta encontrar la de él. Se la lamió, bailó un tango con ella, tropezó y volvió al ataque. Tom le sujetó la cabeza, agarrándola por el pelo. Contraatacando, empujó la lengua de ________ con la suya, llevando el dulce combate a la boca de ella, que empezó a gemir de placer.
Mientras lo besaba, no pensaba en nada más. Apartó el tobillo magullado para protegérselo y enredó las manos en el pelo de él, tirando.
Tom gruñó, pero no se detuvo. ________notó que su miembro empezaba a tensarse contra su muslo desnudo.
CAP 28 (PARTE 2)
Él le recorrió el costado con la mano, deteniéndose unos instantes en su pecho antes de seguir bajando hasta la cadera. Le gustaba que la camiseta de tirantes y los pantalones cortos de Rachel le apretaran un poco, marcando sus curvas y dejando una buena cantidad de piel al descubierto en los hombros y el escote. Incluso en la penumbra era preciosa.
De pronto, _________ se encontró tumbada de espaldas, con Tom apoyado en los antebrazos encima de ella. Cuando él le apoyó la rodilla entre las piernas, las separó de buena gana.
________ quería más. Necesitaba más. Respiraba entrecortadamente, pero sus dedos se negaban a soltarle el pelo, obligándolo a seguir besándola.
Tom respondió acariciándole los pechos por encima de la camiseta, aplicando la presión necesaria para excitarla, pero no la suficiente como para satisfacerla. Pero en seguida se reprimió y se apartó, apoyándose en un codo.
Actuando por instinto, _______ se cogió la camiseta y trató de quitársela por la cabeza.
Tom la sujetó por la muñeca, impidiéndoselo. La besó y pronto volvieron a provocarse, excitándose mutuamente con la lengua e intercambiando alientos. Cuando él le soltó la mano para acariciarle el muslo y colocarle luego la pierna alrededor de su cadera, _________ aprovechó que tenía las manos libres para tratar de quitarse la camiseta una vez más, retorciéndose bajo el torso desnudo de Tom.
Esta vez, él la sujetó con ambas manos.
—_______—jadeó casi sin aliento—, por favor... para. 
Echándose hacia atrás, se arrodilló en la cama tratando de calmarse.
—¿No... te apetece? —La voz de ella, tan sincera e inocente, le llegó al corazón, retorciéndoselo.
Tom cerró los ojos y negó con la cabeza. Con su respuesta, un dique se abrió en la memoria de ______, dejando escapar todas las crueles palabras que Simon le había dicho: «Zorra estúpida. Vas a ser un desastre en la cama. Eres frígida. Ningún hombre va a querer acostarse contigo».
Rodó hasta el extremo de la cama y se sentó. Quería irse de la habitación antes de que se le escapara algún sollozo. Pero antes de que pudiera poner el pie bueno en el suelo, unos fuertes brazos le rodearon la cintura. Estaba atrapada.
Tom se sentó con las piernas a ambos lados de las caderas de ella y la abrazó con fuerza. _________ notaba su respiración y el latido de su corazón contra su espalda. Era una sensación curiosa, pero muy erótica.
—No te vayas —susurró Tom, dándole un beso en la oreja.
Inclinándose hacia adelante, le besó el cuello y se lo acarició con los labios.
_______ sorbió por la nariz.
—No quería disgustarte. ¿Te he hecho daño? —Como ella no respondía, Tom volvió a besarle la oreja y la abrazó con más fuerza.
—No, al menos, no físicamente —logró decir sin llorar.
—Explícamelo, por favor —le susurró él al oído—. Dime cómo te he hecho daño.
_______ levantó las manos, exasperada.
—Me dices que me deseas, pero cuando por fin encuentro el valor para lanzarme a tus brazos, ¡me rechazas!
Tom inspiró hondo, emitiendo una especie de silbido contra el oído de ella. Sintió que se tensaba. Notó los tendones de sus brazos en la cintura y otra cosa en la parte baja de la espalda.
—Créeme, ______. No te estoy rechazando. Por supuesto que te deseo. Eres preciosa. Deliciosa. —Le besó la mejilla—. Ya hemos hablado de esto. Nuestra primera vez ya está cerca. ¿De verdad quieres que sea hoy?
Ella dudó y esa vacilación fue todo lo que Tom necesitaba.
—Incluso aunque estuvieras preparada, no te haría el amor esta noche, cariño. Estás magullada y eso significa que vas a tener que cuidarte unos cuantos días. Necesito que estés plenamente recuperada antes de empezar a explorar las posibilidades de... ah... las distintas posturas.
Aunque no lo veía, _______ notó en su voz que estaba sonriendo.
Estaba tratando de hacerla reír.
—Y, además, está esto.
Tom se movió para que ella se apoyara en el lado izquierdo de su torso, mientras le acariciaba la marca del cuello con un dedo.
Ella se encogió al notar su contacto y él sintió un gran odio hacia Simon. Inspiró y espiró varias veces para controlarse. Cuando lo logró, empezó a darle suaves besos alrededor del mordisco, hasta que ______ suspiró y, relajándose, dejó caer la cabeza hacia atrás, contra el hombro de Tom.
—Hace unas pocas horas, estabas en posición fetal. No sería un gran amante ni una gran persona si me aprovechara de tu vulnerabilidad. ¿Lo entiendes?
Tras reflexionar durante unos instantes, ella asintió.
—Hoy has pasado por unas circunstancias aterradoras. Es normal que quieras sentirse querida y protegida. Y yo quiero ayudarte, amor mío, pero hay muchas maneras de lograrlo. No hace falta que te quites la ropa para llamar mi atención. La tienes en exclusiva. Y tampoco tienes que acostarte conmigo para sentirte deseada.
—¿Ah, no? —murmuró _______, curiosa.
—No. Puedo demostrártelo así.
Tom la besó en el cuello y la reclinó sobre la cama. Luego se tumbó a su lado, de costado, apoyado en un codo y la miró a los ojos, grandes y tristes. Empezó a acariciarla de arriba abajo, con caricias lentas y delicadas. Le secó las lágrimas, le resiguió la línea de la mandíbula, pasando por la barbilla y, tras recorrerle las cejas, bajó hasta el cuello, desde donde alcanzó las clavículas.
_______ ahogó una exclamación cuando los dedos de Tom pasaron sobre su esternón, entre sus pechos, para llegar al estómago, donde le dibujó círculos sobre la piel desnuda. Con la mano plana sobre la parte baja del vientre de ella, le recorrió el escote con los labios.
Al levantar la cabeza, vio que ________ había cerrado los ojos.
—¿Cariño?
Ella los abrió, parpadeando.
—En esta cama estamos solos tú y yo. Y tú eres lo único que importa. —Le acarició la cintura y bajó la mano hasta la cadera, donde la dejó reposar—. Si quieres volver a tu habitación, te acompañaré. Si quieres dormir aquí sola, me marcharé. Dime lo que quieres y, si está en mi mano, te lo daré. Pero, por favor, no me pidas que te arrebate tu virginidad. Esta noche no.
_________ pensó un poco y tragó saliva antes de responder.
—Quiero quedarme aquí. No duermo bien sin ti.
—Yo apenas duermo si no estoy contigo. Me alegro de que sea algo mutuo. —Tom le acarició el muslo y la parte baja del culo—. Sabes que me importas mucho, ¿verdad?
Ella asintió y le acarició el pecho mientras él se inclinaba hacia adelante y le rozaba con los labios la zona del cuello donde no tenía marcas.
—Siento haberte hecho esto el otro día —se disculpó, rozándole el chupetón, que ya empezaba a borrarse.
________ lo miró a los ojos y vio que se sentía francamente culpable.
—No pasa nada, Tom. Eso fue muy distinto.
—Tengo que ser más cuidadoso contigo. 
Ella suspiró.
—Siempre eres muy cuidadoso conmigo.
—Date la vuelta, cariño.
No sabía lo que se le habría ocurrido, pero _______ se tumbó boca abajo y volvió la cabeza para mirarlo. Confiaba en él por completo.
Tom se arrodilló a su lado y le apartó el pelo de la cara.
—Relájate. Sólo quiero que te sientas bien.
Empezó a masajearla suavemente con ambas manos, explorando cada centímetro de su cuerpo desde la cabeza a los pies.
Cuando acabó, se tumbó junto a éstos y les dedicó una atención especial, centrándose en los talones y las plantas.
Ella gimió suavemente.
—¿Recuerdas cuando te quedaste en casa, tras aquel desastroso seminario? —preguntó Tom con el cejo fruncido—. No te fiabas de mí. Era lógico que no lo hicieras, pero en aquel momento yo ya había decidido que... Estás a salvo conmigo, amor, te lo prometo.
Cuando acabó con los pies, volvió a ascender por su cuerpo, pero esta vez la acarició con los labios —besando, mordisqueando, atrapando con su boca— las zonas que antes había explorado con los dedos.
_______ lo miró a los ojos y vio un gran afecto reflejado en ellos. Cuando se tumbó a su lado, lo besó apasionadamente.
—Gracias, Tom —susurró.
Él sonrió satisfecho y le hundió los dedos en el pelo.
En este entorno de paz y seguridad, _______ se dio cuenta de que había llegado el momento. Habían acordado que desnudarían sus almas antes de desnudar sus cuerpos y una parte de ella estaba cansada de guardar secretos. Además, eran secretos de Simon, no suyos.
Tom ya le había contado parte de su pasado. ¿Por qué se había resistido ella tanto a hacer lo mismo? Sabía que iba a ser doloroso decir las palabras en voz alta, pero más doloroso era tener algo interponiéndose entre los dos. Cerrando los ojos, respiró hondo y, sin preámbulos, empezó:
—Lo conocí en una fiesta, durante mi primer año en la universidad. —Se aclaró la garganta varias veces antes de continuar con un hilo de voz—: Estudiábamos en la Universidad de Pensilvania. Sabía quién era su padre, pero no fue eso lo que me atrajo de él. Me gustó porque era divertido y agradable y lo pasábamos muy bien juntos. La primera Navidad se presentó en mi casa para darme una sorpresa. Sabía que me gustaban las cosas italianas, así que me compró una Vespa roja como una manzana de caramelo. Rojo ______ lo llamó.
Tom alzó las cejas.
—Por supuesto, mi amor por todo lo italiano venía de ti, pero ya había perdido la esperanza de volver a verte. Pensaba que yo no te importaba, así que traté de seguir adelante con mi vida. Sus padres aprobaban nuestra relación y nos invitaban constantemente a Washington o a actos políticos en Filadelfia. Tras unos cuantos meses de salir como amigos, me dijo que quería más. Me pareció bien.
»A partir de ese momento, las cosas empezaron a cambiar. Nunca estaba satisfecho, siempre quería más y se volvió exigente.
_______ se ruborizó en la oscuridad.
Tom notó que le aumentaba la temperatura de la piel y la acarició suavemente para tranquilizarla.
—Decía que ser mi novio le daba derecho a practicar sexo conmigo. Cuando le dije que no estaba preparada, me llamó frígida. Y eso no hizo más que aumentar mi determinación de esperar. No es que te estuviera esperando, pero no quería que nadie me obligara a hacer nada contra mi voluntad. Sé que suena inmaduro...
—_______, no tiene nada de inmaduro imponer tu voluntad y decidir con quién quieres acostarte y con quién no.
Ella sonrió sin ganas.
—Cuanto más insistía, menos cedía yo, pero entonces trataba siempre de que lo compensara de alguna manera. Era exageradamente posesivo. No le gustaba que estuviera con Rachel, probablemente porque a ella no le gustaba él. Yo hacía lo que estaba en mi mano para evitar los conflictos y Simon, bueno... no siempre era una persona agradable.
Hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—¿Te pegaba? —preguntó Tom.
—No, en realidad no.
—¿Qué quiere decir eso, ______? ¿Te pegaba o no?
________ notó que él estaba temblando de indignación y rabia. No quería mentirle, pero tenía miedo de su reacción, así que eligió las palabras con mucho cuidado.
—Me empujó en algunas ocasiones. Natalie, mi compañera de habitación, tuvo que quitármelo de encima una vez.
—¿Te das cuenta de que empujar también es maltratar? 
Como ella apartó la vista sin responder, Tom añadió:
—Me gustaría que habláramos de esto más a fondo. Otro día.
—Sinceramente —_______ rió con ironía—, eran mucho peores las cosas que decía que las que hacía. Y durante casi todo el tiempo me trató mejor que mi madre. Algunas veces... reconozco que habría deseado que me pegara. Si me hubiera dado un puñetazo, todo habría acabado en dos segundos. Habría sido preferible a tener que escucharlo decirme que era frígida y que no valía nada una y otra vez. —Se estremeció—. Al menos, si me hubiera pegado, habría podido contárselo a mi padre. Le habría enseñado el moretón y él me habría creído.
CAP 28 (PARTE 3)

Tom se sintió asqueado al oír eso. Su enfado hacia Simon y John no hacía más que aumentar.
A pesar de que guardaba un silencio paciente y respetuoso, ______ sabía que su mente debía de estar funcionando a toda velocidad.
—Siempre me hacía sentir que no era lo bastante buena para él. Como me negaba a que nos acostáramos, me exigió otras cosas. Pero yo nunca hacía nada como él quería. Me decía que si acostarse conmigo iba a ser así, no merecía la pena tanta espera. —Se rió, nerviosa, retorciéndose un mechón de pelo con un dedo—. No pensaba contarte esto, pero supongo que es mejor que lo sepas antes de que te lleves una decepción. ¿Para qué estar conmigo si, además de frígida, no sabía darle placer a un hombre de otras maneras?
Sin poderse reprimir, Tom soltó una sarta de insultos que habrían puesto los pelos de punta a más de uno.
_______ permaneció inmóvil. Sólo se le movía la punta de la nariz.
Como a un ratón. O un conejo.
—_______, mírame. —Le apoyó la mano en la mejilla con delicadeza, hasta que ella alzó la vista—. Todo lo que te dijo era mentira. Tienes que creerme. Sus palabras tenían un solo objetivo: controlarte.
»Por supuesto que quiero estar contigo y por supuesto que te deseo. Mírate. Eres preciosa, cálida e inteligente. Eres amable y comprensiva. Puede que no te des cuenta, pero cuando estoy contigo haces que me vuelva como tú. Haces que desee ser amable y comprensivo. Y cuando hagamos el amor, así es como será.
La voz le había sonado ronca, así que se aclaró la garganta antes de continuar.
—Es imposible que alguien tan generoso y apasionado como tú no sea bueno en la cama. Lo único que necesitas es estar con alguien que te haga sentir segura para poder expresarte. En ese momento, la tigresa que llevas dentro, saldrá al exterior. Él no merecía conocer esa parte de ti. Me alegro mucho de que no se la mostraras. Pero entre nosotros las cosas son distintas. Anoche, la noche del museo, hace un rato... He sido testigo de tu pasión. La he sentido. Es impresionante. Tú eres impresionante.
_________ lo miró sorprendida. Los ojos de Tom nunca le habían parecido tan sinceros.
—Me dijiste que creías en la redención —susurró él—, así que demuéstramelo. Perdónate cualquier cosa de la que te sientas avergonzada y permítete ser feliz. Porque eso es lo único que yo quiero. Que seas feliz.
Ella sonrió y lo besó, disfrutando momentáneamente de su contacto y sus palabras, pero tras unos instantes se apartó, sabiendo que lo peor aún tenía que llegar.
—Me apunté al programa de estudios en el extranjero para estudiantes de tercer año. Él no quería que fuera, así que presenté la solicitud a sus espaldas y no se lo dije hasta el último momento. Se enfadó mucho, pero luego pareció superarlo.
»Mientras estuve en Italia, me escribió unos correos preciosos, con fotografías. Me dijo que me amaba. —_______ tragó saliva—. Nadie me lo había dicho antes. —Respiró hondo—. No regresé en Navidad ni al acabar el curso, porque hice algunos cursillos complementarios y viajé un poco. Cuando volví, a finales de agosto, Rachel me llevó de compras como regalo de bienvenida. Grace le había dado dinero y entre las dos me compraron un vestido muy bonito y unos zapatos de Prada. —Se ruborizó—. Bueno, los has visto. Fueron los zapatos que llevé durante nuestra primera ci... quiero decir, la noche que me llevaste a comer un filete.
Tom le acarició la mejilla con el dorso de los dedos.
—Puedes decirlo, _______. Fue nuestra primera cita. Yo también la considero así. Aunque me comporté como un auténtico idiota. O, mejor dicho, como un asno.
Ella respiró hondo.
—Él hizo planes para que celebráramos juntos mi cumpleaños. Rachel insistió en que me cambiara en su apartamento, para ayudarme a arreglarme. Simon y yo teníamos que reunirnos en el Ritz-Carlton, pero me olvidé la cámara y pasé un momento por la habitación de la residencia universitaria para recogerla.
________ empezó a temblar. Cada músculo, cada parte de su cuerpo, empezó a sacudirse como si estuviera muerta de frío.
Tom la rodeó con los brazos.
—No tienes por qué contarme nada más. Ya he oído suficiente.
—No —replicó ella, con la voz temblorosa, pero decidida a seguir—. Tengo que contárselo a alguien. Ni siquiera Rachel lo sabe todo. —Inspiró hondo un par de veces—. Abrí la puerta. La habitación estaba a oscuras excepto por la lámpara del escritorio de mi compañera. Pero el equipo de música estaba encendido. Estaba sonando Closer, de Nine Inch Nails. Como una idiota, pensé que Natalie se lo habría dejado encendido. Fui a apagarlo, pero entonces los vi.
_________ se había quedado inmóvil como una estatua. Tom aguardó.
—Simon estaba follando con Natalie en mi cama. Me quedé tan sorprendida que no reaccioné. Al principio, pensé que no podía ser él. Y luego pensé que no podía ser ella. Pero lo eran. Y... —Su voz se convirtió en un susurro—. Había sido mi compañera de habitación desde el primer día de facultad. Ya éramos amigas en el instituto. Me vieron mirándolos como un pasmarote. Simon se echó a reír y me dijo que no me extrañara tanto, que se acostaban desde segundo. Yo seguía allí, porque, francamente, no entendía nada. Natalie se acercó a mí, desnuda, y me dijo que me uniera a ellos.
________ cerró la boca, pero demasiado tarde. Ya lo había dicho. Había pronunciado las palabras en voz alta. La agonía y el horror de aquella noche volvieron a inundarla. Se arrodilló y apoyó la mejilla en el pecho de Tom, pero no lloró.
Él la abrazó con fuerza, apretando los labios contra su coronilla.
En su fuero interno, se alegró de no haberlo sabido cuando se peleó con él, porque lo habría matado, estaba seguro.
«Él es el follaángeles. Quería follarse a mi ________ como un animal. Estaba practicando con su compañera de habitación.»
Permanecieron sentados y abrazados un buen rato, mientras _______ trataba de librarse de la vergüenza y Tom de sus impulsos asesinos. Cuando notó que el corazón de ella recuperaba un ritmo normal, empezó a susurrarle al oído. Le dijo lo mucho que la quería y que a su lado siempre estaría segura. Y luego le preguntó si era un buen momento para que le contara unas cosas.
_______ asintió.
—Siento mucho que tuvieras que pasar por eso. —Negó con la cabeza—. Y siento que no crecieras en una casa con unos padres que se amaran y compartieran cama. Yo tuve esa suerte.
»Ya sabes cómo eran Richard y Grace, siempre tocándose, siempre riendo. Nunca lo oí a él levantarle la voz. Y nunca oí a Grace burlarse de Richard ni decirle nada grosero. Eran la pareja perfecta. Y por mucho que a uno le cueste imaginarse a sus padres teniendo vida sexual, es evidente que eran una pareja apasionada.
»Cuando Richard me dio la famosa charla sobre las flores y las semillitas en la barriga de la madre, citó una frase del Libro de oración común, un voto que había pronunciado durante su boda con Grace: "Con este anillo te desposo, con mi cuerpo te adoro y te hago partícipe de todos mis bienes"».
—La he oído. Es preciosa.
—Sí, ¿verdad? Y en el contexto de la incómoda conversación con Richard, él me hizo ver que ese voto expresa la intención del marido de hacerle el amor a su esposa, no de usar su cuerpo únicamente para el sexo. Me explicó que el voto implica la idea de que hacer el amor es un acto de adoración. El esposo adora a su esposa con su cuerpo, amándola, entregándose a ella y avanzando juntos hacia el éxtasis.
Tom se aclaró la garganta y calló un momento antes de continuar.
—Creo que puedo decir sin miedo a equivocarme que lo que presenciaste en esa habitación fue un acto depredador y despreciable. Sé que viste cosas parecidas mientras crecías en San Luis, cosas que una niña no debería ver. Es posible que creyeras que las relaciones sexuales eran siempre así y que todos los hombres eran como él, depredadores maliciosos que usan y abusan de las mujeres.
»Pero la descripción de Richard de hacer el amor era totalmente distinta. Me dijo que era una forma de placer muy apasionada, porque el contexto permite que uno explore sus deseos más íntimos con libertad y aceptación, ya sean desesperados e intensos o lentos y tiernos. Lo importante es que los cimientos sobre los que se afianzan esos deseos estén formados de respeto mutuo y generosidad. Lo importante es entregar, no tomar ni utilizar.
Acercó los labios a la oreja de ella para seguir hablando.
—A lo largo de la vida, llegué a apartarme mucho del camino que me mostró Richard, pero en lo más profundo de mi alma, siempre quise tener lo que él y Grace tenían. Cuando te dije que quería adorarte con mi cuerpo, era exactamente eso lo que quería decir. Y sigo pensando lo mismo. De todo corazón. Nunca te arrebataré nada. Sólo te entregaré cosas. En la cama y fuera de ella.
_____ sonrió con la cara pegada a su pecho.
—Tú y yo estamos empezando de cero, así que, como dice el Nuevo Testamento en la Carta a los Corintios, «¡Todo ha cambiado, todo es nuevo!».
Levantó la cara y lo besó en los labios, susurrándole palabras de agradecimiento. Su declaración la había consolado muchísimo. No había eliminado el dolor ni había borrado los recuerdos, pero era un gran alivio saber que no iba a echarle en cara sus flaquezas del pasado. Porque, en realidad, de lo que más avergonzada se sentía era de haberse dejado tratar tan mal. Ésa era la razón por la que lo había mantenido en secreto.
—Ahora me siento mucho peor por haberte gastado aquella broma sin gracia sobre los Nine Inch Nails en Lobby —dijo él—. No me extraña que te afectara tanto que mencionara esa canción.
_______ asintió lentamente.
—En cuanto volvamos a Toronto, cambiaré las presintonías de la radio. No pienso volver a escuchar esa emisora nunca más. —Tom carraspeó antes de seguir—. Cariño, no tienes que hablar de ello si no quieres, pero tengo curiosidad por saber qué le contaste a tu padre. Por cierto, te debo una disculpa por haber discutido con él en el hospital. He dicho algunas cosas que no debería haber dicho.
Ella lo miró con curiosidad.
—Le he dicho que no debió enviarte a vivir con tu madre. Que su misión como padre era protegerte y que había fracasado.
_______ se quedó muy sorprendida. Nadie, ni siquiera Grace ni Richard le habían echado nunca en cara a John sus decisiones. Nadie. Una expresión maravillada se extendió por su rostro.
—¿No estás enfadada? —preguntó él, sorprendido.
—¿Cómo iba a estarlo? Gracias por defenderme, Tom. Es la primera vez que alguien hace algo así por mí.
Y cogiéndole las manos, le besó los nudillos hinchados y los arañazos. Sus heridas de guerra le resultaban tan queridas como sus preciosos y expresivos ojos.
—No se lo conté todo. Sólo le dije que había sorprendido a Simon con Natalie y que no podía seguir compartiendo habitación con ella. Fue un poco difícil, porque mi padre estaba saliendo con la madre de Natalie, pero no se quejó.
—Muy noble por su parte —comentó Tom, sarcástico.
—Pasé unos cuantos días en Selinsgrove para calmarme. Luego, papá me llevó de vuelta a la universidad y me ayudó a trasladarme a un pequeño estudio. Te reirías si lo vieras, Tom. Era aún más pequeño que el que tengo ahora.
—No me reiría —replicó muy serio.
—No es una crítica, pero es que eres tan exigente y detallista... Sé que lo habrías encontrado aún más espantoso que mi apartamento actual.
—Tu apartamento actual no me parece espantoso. Lo único que no me gusta de él es que tengas que vivir allí. ¿Qué pasó cuando volviste a clase?
—Procuré esquivarlos. Ellos dos se habían convertido en pareja, más o menos. Tenía miedo de encontrármelos, así que evité todos los lugares que solíamos frecuentar. Iba a clase, estudiaba italiano, preparaba las solicitudes para el doctorado... Apenas salía de casa. Fue una especie de retiro.
—Sí, algo me comentó Rachel.
—Fui una pésima amiga. No respondía a sus llamadas. Ni siquiera quise hablar con Grace, a pesar de que me escribió una carta preciosa. En Navidad les envié una postal, pero me sentía demasiado humillada como para explicar lo que había pasado. Rachel sabe que los pillé juntos, porque Natalie se lo contó. Pero no sabe lo horrible que fue. Y no quiero que lo sepa.
—Todo lo que me cuentes quedará entre nosotros.
—Me avergonzaba admitir que había sido tan idiota de meterme en esa situación. Que le había permitido tratarme de esa manera durante tanto tiempo. Que no me había dado cuenta de que estaban juntos a mis espaldas. Quería convencerme de que aquello no me había pasado a mí, que le había pasado a otra persona.
Levantó la vista. Tom la estaba mirando, comprensivo.
—Por favor, no vuelvas a decir que eres idiota. Son ellos los que deberían sentirse avergonzados por cómo te trataron. Ellos son los villanos en esta historia, no tú. —Le besó la cabeza y hundió la nariz en su pelo—. Creo que deberías dormir un poco, mi amor. Mañana será un día muy largo y tienes que recuperarte bien.
—¿No se molestará tu familia cuando nos encuentren juntos?
—Saben que somos pareja y creo que a casi todos les parece
—¿A casi todos? 
Tom suspiró.
—A Richard no le importa, lo que no le gusta es que tengamos sexo bajo su techo sin estar casados. Es muy conservador en ese aspecto y prefiere que durmamos en habitaciones separadas. De todos modos, después de lo que te ha pasado, estoy seguro de que no le importará encontrarte aquí.
—¿Y Rachel y Aaron? Tampoco están casados.
—No es que le haga mucha gracia, pero al menos están comprometidos. Rachel siempre me ha apoyado en todo y también nos apoya en esto.
—¿Y Scott?
—Scott se siente muy protector contigo. Sabe que he sido un libertino y...
—No eras un libertino, te sentías solo. 
Él le dio un beso suave.
—Eso es muy generoso por tu parte, pero ambos sabemos que no es verdad.
Se tumbaron y ________ apoyó la cabeza en su pecho, acariciándole el torso con un dedo. Canturreaba mientras reflexionaba sobre sus palabras. Le había dicho que la quería y que quería adorarla con su cuerpo. Probablemente, eran las palabras más importantes que le habían dicho nunca. Insegura, le recorrió el tatuaje con el dedo.
—No —susurró Tom, apartándole la mano
—Lo siento. ¿Qué es MAIA? 
Él apretó los labios.
—Perdona. No quería sacar el tema, pero como nos estábamos contando secretos, pensaba...
Tom se frotó los ojos con la mano libre, pero no la soltó.
—Maia es un nombre —dijo, con voz ronca.
—¿La... la amabas?
—Por supuesto que la amaba.
—¿Estuvisteis mucho tiempo juntos? 
Tom carraspeó.
—No es lo que piensas.
_________ lo abrazó y cerró los ojos.
Pero él permaneció despierto durante un largo rato, mirando el techo.




HOLA!!! BUENO ... QUE LES PARECIO EL CAPS? .... DIOS MIO :O TOM DESNUDO *-*, JAJAJA TENIA MIEDO QUE A RAYA LO ENCONTRARA DESNUDO. Y NO SOPORTO A LA RAYA DE CALENTURIENTA :D ... POBRE DE RAYITA, EL PENDEJO DE SIMON LE HACIA LA VIDA PESADA, Q DESGRACIADO!!! BUENO, UNA DISCULPA POR NO HABERLES AGREGADO PERO ES QUE AHORA TRABAJO Y SALGO SUPER CANSADA Y CON GANAS DE DORMIR, PERO AQUI SE LOS DEJO, YA SABEN SI VEO 4 COMENTARIOS O MAS LES AGREGO SINO ... NO!! ADIOS :))