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martes, 1 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM.- 17 (PARTE 1,2 y 3)

CAP 17 (PARTE 1)

Cuando ______ se despertó, bostezó y se estiró. Al alargar la mano no encontró nada. Tom se había levantado y su lado de la cama estaba frío. Una sensación de inquietud la invadió. No era una sensación nueva; la había notado antes. Le vinieron náuseas. Al levantarse, vio una nota en la mesilla de noche. Estaba apoyada en una copa de agua, en la que flotaba una rodaja de limón. La nota estaba escrita con estilográfica.

Preciosa ______:
He ido a buscar algo especial para el desayuno.
Por favor, usa el baño principal. Es mejor.
Te he dejado algunos objetos personales allí. Puedes usar lo que quieras de mis armarios. Por favor, quédate.
Tuyo,
Tom.
P. D.: perdona el atrevimiento, pero verte dormida entre mis brazos esta mañana ha sido la visión más bonita que he presenciado nunca.

«Vaya, ¿cómo lo hace?», pensó ella, ruborizándose.
El Profesor sin duda sabía usar las palabras... y las flores y la música y el pastel de chocolate. Se llevó una mano a la frente, tratando de calmarse. El pastel de chocolate era su nuevo postre favorito. Y el recuerdo de sus dedos en la boca cálida de Tom y el modo experto en que su lengua había...
«______, céntrate. Tienes que darte una ducha. Fría, a ser posible.»
Se bebió el agua que le había dejado y se dio golpecitos en los dientes con la nota. La última vez que había dormido en esa cama, la cosa acabó de golpe en el salón, con sus gritos. Aunque la noche anterior Tom había sido muy amable con ella, tenía miedo de su reacción de esa mañana.
Abrió la puerta de la habitación de invitados y asomó la cabeza, esperando oír signos de vida. Cuando se convenció de que estaba sola, se dirigió al dormitorio principal y cerró la puerta. Recuperó su ropa y se metió en el baño, echando el pestillo. Tom le había dejado otra nota apoyada en una copa de zumo de naranja, decorada con una rodaja de esa misma fruta.
«Parece que Tom tiene debilidad por la decoración», pensó. La nota decía:

______:
Espero que encuentres todo lo que necesites.
Si no, Rachel llenó de cosas el tocador del cuarto de baño de invitados. Usa lo que quieras. Mi ropa está a tu disposición. Ponte un jersey, hace un día frío. Tuyo,
Tom.

______ se fue tomando el zumo de naranja mientras examinaba los productos que le había dejado a la vista. Sobre el mármol, colocados con precisión militar, había un cepillo de dientes en su estuche, pasta de dientes, una maquinilla de afeitar desechable —que ______ examinó con la ceja alzada—, varios artículos de tocador de aspecto femenino de una marca llamada Bliss, todos con aroma a vainilla y bergamota y una esponja de ducha de tul color lavanda.
¿Le habría pedido Tom a Rachel que comprara todas esas cosas para sus invitadas? ¿O esa costumbre venía de más lejos?
¿Guardaba esponjas de tul nuevas por si acaso? Tal vez seguía un código de color: lavanda para las vírgenes, rojo para Paulina, negro para la profesora Singer, verde para las Kaulitz adictas... _______ dudaba que en ese baño se hubiera usado nunca una esponja color lavanda.
«Una esponja virgen para una virgen. Qué adecuado.»
Se obligó a no seguir por ese camino. Tom se había disculpado y le había pedido que no sacara conclusiones precipitadas. Y lo primero que hacía ella era sacarlas basándose en una esponja. Miró a su alrededor y encontró un albornoz blanco de algodón turco colgado detrás de la puerta y un par de zapatillas de mujer al lado de la bañera. Eran demasiado grandes para ella y también habrían sido demasiado grandes para Rachel. Esta vez, se limitó a poner los ojos en blanco. Le llevó varios minutos descubrir cómo funcionaba la ducha y sus múltiples chorros. Se podía ajustar la presión del agua, la temperatura... Parecía bastante complicado y a ella sólo le interesaba la función principal, en forma de lluvia o de cascada, le daba igual. Por supuesto, fue la función que se activó al accionar la primera palanca.
Mientras se envolvía en aroma de vainilla y bergamota, tratando —sin éxito— de que no le recordara a la crema de té Earl Grey, ______ se hizo varias preguntas muy serias. Sospechaba que Tom no querría esperar para mantener la conversación que tenían pendiente. Sería dolorosa. Y luego, ¿qué harían? ¿Intentarían seguir siendo amigos? ¿Para qué?
Pero si se bloqueaba pensando en el futuro, no sería capaz de enfrentarse al pasado, o no lo haría bien. Por eso se ordenó centrarse sólo en sus encuentros anteriores, incluida su mala educación y su condescendencia de ese semestre. Era imprescindible que Tom se explicara y que ella escuchara sin sacar conclusiones antes de tiempo. Cuando acabara, le diría exactamente qué pensaba. Sí, iba a resultar doloroso para ambos. Se entristeció al darse cuenta de que nunca había tenido una relación sentimental sana, a pesar de que lo que más deseaba en la vida era disfrutar del amor y del afecto. Tom venía de una buena familia —aunque fuera adoptiva— y era inteligente, guapo y rico, pero sospechaba que tampoco era capaz de mantener una relación sentimental sana. Las relaciones de la madre de _______ no habían sido de ese tipo. Ella había sido testigo de demasiadas, desde una edad demasiado temprana. Había asistido a un desfile constante de relaciones disfuncionales. Por contraste, la relación de su padre con Deb Lundy era bastante normal, aunque podía considerarse informal. Se tenían cariño, pensó_______, pero era un cariño frío y pequeño, como una estrella distante.
«Si Tom fuera capaz de amar a alguien, su amor sería ardiente como el sol. Aunque, obviamente, prefiere el sexo al amor. O tal vez los confunde. ¿Qué es peor, pensar que el sexo es amor o pensar que son cosas distintas y elegir el sexo?»
______ dejó que el agua caliente se deslizara por su cuerpo, buscando la manera de liberarse de la irresistible atracción que sentía por El Profesor.
¿Qué no daría ella por tener aunque fuera sólo una pequeña parte de la felicidad que habían tenido Grace y Richard? Eran el matrimonio ideal. Siempre se hablaban con amabilidad. Y se querían tanto...
Salió de la ducha, se enfundó el albornoz de Tom y se enroscó una toalla en la cabeza. Bueno, esperaba que fuera el albornoz de Tom, aunque no olía como él. Tras ponerse las zapatillas, regresó al dormitorio en busca de ropa limpia. Encontró unos calcetines, una camiseta blanca y unos bóxers de Princeton y esperó que no le fueran excesivamente grandes. Dirigiéndose luego hacia el gran armario empotrado, encendió la luz interior y vio la ropa meticulosamente organizada en la pared de enfrente y en las dos laterales.
Rebuscó en el montón de jerséis y chaquetas. Casi todos eran de cachemira, de la marca Loro Piana, y estaban colocados con esmero en los compartimentos de madera. Rápidamente, se decidió por el verde coche de carreras inglés y comprobó con satisfacción que había recobrado su esplendor inicial. Al llevárselo a la nariz, aspiró el aroma a Aramis y a Tom. Se lo debía de haber puesto después de llevarlo a la tintorería. En ese momento, algo brillante captó su atención. Apoyadas contra la pared y medio ocultas por los abrigos y las chaquetas de los trajes estaban las fotos en blanco y negro. Reconoció la quinta fotografía, la que había estado sobre el cabecero de la cama. Era una fotografía ligeramente erótica y casi tierna.
«No debería sentirse avergonzado de esta foto.» _______ deseó que su espalda fuera tan hermosa como aquélla. Y una parte de ella deseó también que algún día Tom la mirara como el hombre de la fotografía miraba a la mujer. Aunque sólo fuera una vez. Regresó al baño y se miró al espejo. Se notaba que estaba cansada. Estaba pálida, como casi siempre, y algo ojerosa. Tenía los ojos vidriosos y se le marcaban las venas del cuello. Lo cierto era que tenía un aspecto enfermizo, tras aquella dos semanas de tensión y falta de sueño. El contraste entre la piel tan pálida y el pelo tan oscuro no ayudaba. Como tampoco el hecho de que Rachel se hubiera olvidado de comprar maquillaje para las invitadas.
«Menudo fallo», pensó, con ironía.
Cuando acabó de vestirse, se dirigió a la cocina. Tom no había regresado aún. Tras sacar el móvil y el sobre acolchado, metió la ropa usada en la mochila y luego se sentó en uno de los taburetes de la barra para revisar el buzón de voz. Tenía cinco mensajes de Paul, cada uno más frenético que el anterior. En el último le decía que estaba frente a su casa, en la avenida Madison, llamando al timbre. «Scheiße.» No podía explicarle lo que había pasado, pero tampoco podía seguir ignorándolo. Se inventó una excusa y le envió un mensaje:

Hola, Paul. Lo siento. No oí el timbre. ¿Se habrá roto? Kaulitz me abroncó, pero no tengo que dejar el curso (uff). Tengo que encontrar nuevo director. Estoy en ello. Hablamos luego. Gracias.______.

Esperaba que el mensaje fuera suficiente para parar el golpe, mientras pensaba una excusa mejor. Suponía que tendría que comentarlo con Tom para unificar las coartadas. Al recordar algo que Tom había dicho el día anterior, abrió el sobre que le había dejado en el casillero. Dentro, además del sujetador negro, encontró su iPod. Se puso los auriculares y buscó en la sección de canciones añadidas recientemente, donde descubrió que él había incorporado dos. La primera era Prospero’s Speech, de Loreena McKennitt. ______ escuchó sorprendida la evocadora voz femenina cantando el famoso discurso de Próspero de La Tempestad de Shakesperare:

Liberadme ahora con vuestros aplausos. Vuestro gentil aliento es el viento que mis velas impulsa. Sin él, fracasa mi proyecto que no es otro que complaceros. Pero ahora quiero, con ayuda del buen vino y del arte más fino, conseguir vuestro favor para no desesperar. con ayuda de los dioses, que perdonan los errores, espero que seáis capaces de perdonar los míos.
Igual que vosotros esperáis perdón por vuestros pecados. Que vuestra benevolencia me libere.

________ la escuchó dos veces más, sorprendida tanto por la letra como por la música. Ya sabía que Tom era un hombre intenso, Grace se lo había dicho y ella misma lo había experimentado durante su primer encuentro, cuando la había mirado a los ojos como si nunca hubiera visto a una mujer.
—¿______?
Ella soltó un grito y se cubrió la boca con la mano. Tenía a Tom delante, con tres bolsas en una mano y un ramo de lirios lila en la otra. Se quitó los auriculares y se lo quedó mirando fijamente. Él bajó la vista hacia el iPod y sonrió. ______ le devolvió la sonrisa. Como respuesta, Tom se inclinó y le dio un beso en la mejilla izquierda y luego otro en la derecha. Ella creyó que iba a besarla en los labios y, cuando no lo hizo, se sintió decepcionada. Sin embargo, el casto contacto fue suficiente para que se le acelerara el corazón. Ruborizándose, se miró las manos.
—Buenos días, _______. Me alegro de que te hayas quedado. ¿Has dormido bien? —le preguntó suavemente.
—Al principio no, pero luego sí.
—A mí me ha pasado lo mismo.
Dejó las cosas en la barra de desayuno. No la tocó, pero le miró los dedos.
_______ se estremeció al recordar lo que él había hecho la noche anterior.
—¿Tienes frío?
—No.
—Estás temblando —señaló, frunciendo el cejo—. ¿Te pongo nerviosa?
—Un poco.
Tom empezó a guardar las provisiones.
—¿Qué has comprado? —______ señaló las bolsas.
—Pastas y una baguette. Hay una panadería francesa a la vuelta de la esquina que prepara el mejor pain au chocolat de la ciudad. También he comprado queso en la tienda de abajo, fruta y una sorpresa.
—¿Una sorpresa?
—Sí. —Tom sonrió y esperó. Ella arrugó la nariz.
—¿No vas a decirme de qué se trata?
—Si te lo dijera, no sería una sorpresa.
_______ puso los ojos en blanco y él se echó a reír antes de confesar:
—Baci.
______ parpadeó.
«¿Besos?»
Al ver que no entendía el doble sentido, sacó algo de una de las bolsas y lo sostuvo en la palma de la mano, mostrándolo como si fuera una manzana y tratara de tentar a un caballo. La similitud no le pasó desapercibida a _______, que arrugó la nariz mientras miraba la pequeña chocolatina envuelta en papel de plata.
—Me he acordado de que te gustan. Cuando Antonio te dio uno, le dijiste que eran tus favoritos.
—Lo son, pero se supone que si un hombre me ofrece dulces no debo aceptarlos. ¿No fue eso lo que me ordenaste en Lobby cuando fuimos con Rachel?
______ cogió el bombón, lo desenvolvió y se lo metió en la boca.
—Yo no te doy órdenes.
—¿Te estás riendo de mí? —preguntó ella, abriendo mucho los ojos mientras se comía el bombón.
—No.
—¿De qué planeta has salido? Hola, me llamo Tom y soy del planeta de los que damos órdenes sin parar y no nos damos cuenta.
—Muy graciosa, ______. —Se aclaró la garganta y la miró fijamente—. Ahora en serio. ¿De verdad crees que te doy órdenes?
—Tom, no haces otra cosa. Cuando hablas con la gente, sólo usas un tiempo verbal y es el imperativo: haz esto, haz lo otro, ven aquí... Y para empeorar las cosas, al igual que Paul, piensas que debería vivir en un zoo. O en un libro infantil.
Al oír el nombre de Paul, la expresión de él se ensombreció.
—Ayer alguien tenía que tomar las riendas de la situación. Sólo trataba de protegernos a los dos. Te pedí que hablaras conmigo, llevaba días suplicándotelo, pero no me escuchabas.
—¿Qué podía hacer? Eres una montaña rusa emocional y quería bajar antes de hacerme daño. Nunca sé cuándo vas a ser dulce y susurrarme algo que me deje sin aliento o a decirme algo tan mezquino que me rompa el... —Se interrumpió.
Tom carraspeó.
—Siento haber sido mezquino. No tengo excusa. 
Ella dijo algo entre dientes.
—A veces es difícil hablar contigo —continuó él—. Nunca sé lo que estás pensando. Sólo dices lo que piensas cuando te enfadas. Como ahora.
_____ inspiró por la nariz.
—No estoy furiosa.
—En ese caso, me gustaría que habláramos un rato. 
Arriesgándose, Tom alargó la mano y le acarició los largos rizos húmedos.
—Hueles a vainilla —susurró.
—Es tu champú.
—¿Crees que soy un mandón?
—Sí.
Tom suspiró.
—Supongo que es la costumbre. Llevo tantos años viviendo solo que me he vuelto grosero. No tengo práctica en ser amable. Pero tendré cuidado con cómo te hablo a partir de ahora. Respecto a Paul, me parece ofensivo que te llame conejo. Los conejos acaban en una cazuela, así que eso debe acabar. Pero ¿qué problema tienes con que te llame gatita? Pensaba que era... dulce.
—No lo es cuando tienes veintitrés años, eres menuda y estás tratando de que te tomen en serio en el ámbito académico.
—¿Ni siquiera cuando tienes veintitrés años y eres preciosa y alguien de treinta y tres años del ámbito académico te lo dice porque cree que eres muy, muy sexy?
______ le apartó la mano.
—No te burles de mí, Tom. Es muy cruel.
—Nunca me burlaría de ti —dijo él, muy serio—. ______, mírame.
Ella mantuvo los ojos clavados en el suelo.
Tom aguardó impaciente hasta que los levantó.
—Nunca me burlaría de ti. Y menos con algo así.
_____hizo una mueca y apartó la vista.
—Gatita suena como algo que se le dice a una amante —protestó, ruborizándose, mientras Tom seguía guardando la compra.
Cuando acabó, él le dijo:
—Significó mucho para mí que vinieras a la cama anoche y poder dormirme abrazado a ti. Gracias.
Ella siguió sin mirarlo.
—Mírame, por favor —susurró Tom.
Sus ojos se encontraron y a ______ la sorprendió la expresión de él. Estaba preocupado.
—¿Te avergüenzas de haberte metido en mi cama? 
Ella negó con la cabeza.
—Me recordó nuestra primera noche juntos.
—A mí también —murmuró ______.
—Siento no haber estado cuando te has despertado esta mañana. Me he despertado de madrugada. Dormida me has recordado a La despeinada de Leonardo da Vinci. Se te veía tan serena con la cabeza apoyada en mi hombro... Y muy, muy hermosa. —Se inclinó sobre ella por encima de la barra de la cocina y la besó dulcemente en la frente—. Entonces, ¿has dormido bien?
—Demasiado bien. ¿Por qué encendiste velas en tu dormitorio?
Él le acarició una ceja con el dedo.
—Quería que pudieras ver el cuadro de Holiday. Y sé que no te gusta la oscuridad. Tenía miedo de que te asustaras y te fueras.
—Fue, ejem, muy considerado por tu parte. Gracias.
Sin apartarle la mano de la mejilla, Tom clavó en ella sus ojos cafés. ______ sintió que su mirada la quemaba.
—Soy un buen amante, ______, en todos los sentidos.
Cuando él se volvió, ella trató de recobrar el aliento, sin conseguirlo del todo.
—¿Por qué te enfadaste tanto conmigo el primer día de seminario?
—No estaba enfadado contigo. Estaba preocupado y de mal humor. Me resultabas familiar. Te hice una pregunta para que me miraras a la cara y, cuando me ignoraste, perdí los nervios. No estoy acostumbrado a que me ignoren.
Ella se mordió el labio inferior.
—Sé que eso no es excusa. No trato de excusarme, sólo de darte una explicación. Al verte, se removieron muchas cosas en mi interior. No sabía qué me estaba pasando y reaccioné mal. Reaccioné atacando. Mi mala educación contigo es totalmente inexcusable.


CAP 17 (PARTE 2)

Tom le liberó el labio—. Pero recibí mi castigo minutos después. Scott me llamó para decirme que Grace había muerto. Que había muerto susurrando mi nombre, porque no estaba allí. Me dijo que no había muerto en paz por mi culpa... _______ le sujetó la mano entre las suyas y, sin pensar lo que hacía, se la besó.
—Lo siento mucho.
Él se le acercó más y la besó en los labios. Permanecieron así durante unos instantes, hasta que Tom empezó a cambiar el peso de pie. ______ reconoció el gesto que hacía siempre cuando se inquietaba y murmuró:
—Tengo hambre.
—Quieres que te dé de comer.
Ella asintió, notando que una oleada de calor le recorría el cuerpo al recordar cómo había hecho eso mismo la noche anterior.
—¿Café latte o exprés? —le preguntó, dirigiéndose a la máquina de café.
—Café latte, por favor.
_______ se levantó y se acercó a los lirios
—¿Puedes ponerlos en agua, por favor? Hay un jarrón de cristal sobre el bufet del comedor. Puedes quitar los jacintos de anoche o dejarlos donde están.
Ella fue al comedor y volvió a admirar la belleza del mueble de ébano.
—Oí la música que sonaba anoche. Era preciosa.
—La música clásica me resulta muy relajante. Espero que no te molestara.
—No, en absoluto. ¿Por qué has elegido lirios?
—Fleur-de-lis —respondió, como si fuera obvio. Le sirvió el café con leche en una taza grande, al estilo parisino—. Y sé que el lila es tu color favorito.
—Son mis flores favoritas —comentó ella con timidez.
—Las mías también, probablemente porque son el símbolo de Florencia. Aunque supongo que para ti deben de tener un significado más profundo.
Le guiñó un ojo para suavizar la impertinencia de su comentario y siguió preparando el desayuno.
________ resopló. Sabía a qué se estaba refiriendo: los lirios se convirtieron en símbolo de la Virgen María durante la Edad Media y, por tanto, habían quedado asociados a la virginidad. Al regalarle lirios, Tom estaba rindiendo homenaje a su pureza. Lo que no dejaba de ser curioso, teniendo en cuenta que quería ser su amante.
«Tal vez habla en serio cuando dice que quiere ser mi amigo.» ______ cogió la taza y el jarrón y volvió al comedor. Se sentó y, mientras bebía el café a sorbitos, pensó en cómo formular lo que tenía que decirle. Él se reunió con ella poco después, llevando el resto del desayuno y sentándose a su lado.
—Buon appetito.
______ llegó a la conclusión de que se estaba alimentando mejor en casa de Tom que en toda su vida, con la única excepción de la temporada que pasó en Italia. Ante ella había un plato de fruta fresca, otro de pain au chocolat y otro con rebanadas de baguette y trozos de queso. Distinguió entre otros, brie, mimolette y gorgonzola. Tom había decorado los platos con perejil y gajos de naranja. Levantó la copa con su cóctel y esperó a que ella hiciera lo mismo.
—Son Bellinis, no Mimosas. He pensado que te gustarían más. 
Después de brindar, ______ bebió un sorbo.
«Sabe a melocotón burbujeante», pensó.
Estaba mucho más rico que el zumo de naranja. Aunque se preguntó por qué él habría decidido volver a beber.
—Esto se te da francamente bien.
—¿El qué?
—Seducir a tus invitadas con la comida. Estoy segura de que nunca quieren irse.
Él dejó el tenedor sobre el plato algo bruscamente y se limpió los labios con la servilleta, fulminándola con la mirada.
—No suelo tener invitadas que se queden a dormir. Y mucho menos a desayunar. Pensaba que era obvio que tú eres diferente, que te estoy tratando de manera diferente... —Negó con la cabeza—. Aunque supongo que no lo es.
—Has dicho que querías hablar —dijo ella, cambiando de tema.
—Sí, me gustaría preguntarte algunas cosas. Y decirte algunas otras también.
—No he aceptado someterme a una inquisición.
—Esto no se parece en nada a una inquisición. Quiero preguntarte algunas cosas, sobre todo porque cuando te conocí no estaba del todo lúcido. Discúlpame por querer hacerme una idea más clara de lo que pasó —replicó con sarcasmo.
______ cogió una fresa y se la llevó a la boca.
«Muy bien, que pregunte lo que quiera. Yo también le haré unas cuantas preguntas. Y no serán bonitas.»
—Antes de empezar, creo que deberíamos establecer unas normas básicas. Me gustaría que discutiéramos el pasado antes de pasar a hablar del presente o del futuro. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —contestó ______.
—Y te prometo que lo que me digas será estrictamente confidencial. Espero que me hagas partícipe de la misma cortesía.
—Por supuesto.
—¿Te gustaría poner tú alguna norma?
—Ejem, no. Sólo que seamos totalmente sinceros.
—Por supuesto. Bien, empiezo yo. ¿Cuántos años tenías cuando nos conocimos?
—Los mismos que Rachel. —______ empezó a responder con evasivas, pero al ver la mirada de Tom añadió—: Diecisiete.
—¿Diecisiete?
Maldijo varias veces y bebió un buen trago de su Bellini. Su respuesta lo había afectado, lo que la sorprendió bastante.
—¿Por qué viniste a verme aquella noche?
—No lo hice. Me invitaron a cenar, pero cuando llegué, Rachel y Aaron estaban a punto de marcharse. Oí un ruido y te vi en el porche.
Tom se quedó unos instantes callado, reflexionando.
—¿Sabías quién era yo?
—Hablaban de ti todo el rato.
—¿Sabías lo jodido que estaba?
—No, nunca hablaban mal de ti, al menos delante de mí. Ni siquiera después de aquello. Sólo decían cosas buenas.
—¿Qué pasó por la mañana?
Ésa era la parte de la que _______ no quería hablar. Ignorando su pregunta, empezó a comerse una pasta, sabiendo que no la forzaría a contestar con la boca llena.
—Es importante, ________. Quiero saber qué pasó. Mis recuerdos de la mañana siguiente son muy borrosos.
Ella le dirigió una mirada agresiva.
—¿Ah, sí? Bueno, pues deja que te lo aclare. Me desperté de madrugada, sola, en medio del bosque, donde tú me habías dejado. Estaba aterrorizada, así que cogí la manta y salí corriendo. Pero no conocía el camino y aún estaba oscuro. Vagué por el bosque, histérica, durante dos horas, hasta que logré volver a casa de tus padres. —Se echó a temblar—. Pensaba que no lo lograría nunca.
—Así que eso fue lo que pasó... —susurró Tom.
—¿Qué quieres decir?
—Yo no te abandoné allí.
—¿Cómo lo llamarías tú?
—Me desperté antes que tú. Estabas dormida entre mis brazos y no quería despertarte, pero tenía que... aliviarme. Así que me alejé. Me fumé un cigarro y recogí unas cuantas manzanas. Cuando volví, ya no estabas. Regresé a la casa, pero tampoco estabas allí. Supuse que te habrías marchado. Subí a la habitación y me quedé frito en la cama.
—¿Pensaste que me había ido?
—Sí —respondió él, mirándola fijamente.
—¡Te llamé, Tom! ¡Te llamé a gritos!
—No te oí. Tenía resaca. Y probablemente me alejé más de la cuenta.
—Mientras estuviste conmigo no fumaste —comentó ella, desconfiada.
—No. Fumaba poco. Y luego lo dejé del todo.
—¿Por qué no me buscaste?
Los ojos de él se nublaron. ______ apartó la vista, incapaz de soportar el peso de la culpabilidad.
—Mi familia me despertó horas más tarde exigiéndome que recogiera los destrozos que había causado la noche anterior. Cuando pregunté dónde estaba Beatriz, me dijeron que sufría alucinaciones.
—¿Y Rachel?
—Me marché antes de que ella volviera. Pasó varios meses sin hablarme.
—No mientas, Tom. Devolví la chaqueta. La doblé y la dejé encima de la manta, en el porche. Eso era una pista. Y mi bicicleta, ¿nadie la vio?
—No sé lo que vieron los demás. Grace me dio la chaqueta y nadie te mencionó. Pero aunque lo hubieran hecho, no habría reconocido tu nombre. Fue como si hubiera estado con un fantasma.
—¿Cómo pudiste pensar que había sido un sueño? No estabas tan borracho.
Él cerró los ojos y apretó los puños, tensando los tendones de los brazos. Cuando volvió a abrir los ojos, los mantuvo clavados en la mesa.
—Porque, aparte de aturdido por la resaca, estaba hasta arriba de coca.
Zas. El cuento de hadas de ________ acababa de estamparse contra el muro de la realidad. Ahogó un grito y abrió mucho los ojos.
—¿Rachel no te contó la causa de la pelea? Cuando Richard me recogió en el aeropuerto de Harrisburg, se dio cuenta de que me había metido algo. Antes de cenar, registró mi habitación y la encontró. Cuando me lo echó en cara, exploté.
_______ cerró los ojos y apoyó la cara en las manos.Tom permaneció inmóvil, esperando que dijera algo.
—Cocaína —susurró.
Él se removió en el asiento.
—Sí.
—Pasé la noche en el bosque, a solas con un cocainómano de veintisiete años colocado y resacoso. ¡Qué idiota soy!
______ apretó los dientes.
—_______, no eres idiota. Yo soy el único culpable. No debí alejarte de la casa en mi estado.
_______ soltó el aire y empezó a temblar.
—Mírame, _______.
Ella negó con la cabeza.
—Aquella mañana vi a tu padre —continuó él.
—¿Ah, sí? —______ levantó la cabeza.
—Ya sabes cómo son las cosas en los pueblos. Cuando Richard llevó a Scott al hospital y ninguno de los dos explicó lo que había pasado, empezaron a extenderse los rumores. Tu padre se enteró y fue a ver si podía echar una mano.
—Nunca lo mencionó.
—Richard y Grace se sentían avergonzados. Tu padre sin duda quería protegerlos de las habladurías. Y nadie sabía lo que había pasado entre nosotros... —Negó con la cabeza lentamente—. ¿Por qué no se lo contaste a Rachel?
—Estaba traumatizada por el miedo. Y humillada.
Tom hizo una mueca. Le cogió la mano y la miró fijamente.
—¿No recuerdas lo que sucedió entre nosotros? 
Ella apartó la mano bruscamente.
—¡Claro que lo recuerdo! Por eso lo pasé tan mal. Recordaba esa noche una y otra vez y me repetía que debiste de tener una buena razón para marcharte. Pero otras veces no podía quitarme de la cabeza que me abandonaste y tenía pesadillas en las que vagaba perdida por el bosque. ¿Y sabes lo más triste de todo? Estuve esperando que volvieras. Pasé años esperando que te presentaras ante mi puerta y dijeras que querías volver conmigo. Que no habías mentido al decirme que te alegrabas de haberme encontrado. Patético, ¿no?
—No, no es patético. Entiendo que pensaras que te había abandonado, pero te juro que no lo hice. Créeme. Si hubiera pensado que eras real y que vivías en Selinsgrove, me habría presentado ante tu puerta hace mucho tiempo. —Tom carraspeó y ______ sintió la vibración a través de sus rodillas unidas bajo la mesa—. Soy un adicto. No lo puedo evitar. Y necesito controlarlo todo, tanto a las personas como las cosas. No puedo cambiar eso.
—¿Estás colocado ahora?
—¡Claro que no! ¿Crees que te haría algo así?
—Si eres un adicto, lo eres siempre. Que yo esté aquí o no lo esté no tiene importancia.
—Para mí tiene mucha importancia.
—Las personas con personalidad adictiva se enganchan a cualquier cosa: las drogas, el alcohol, el sexo, la gente... ¿ Y si te vuelves adicto a mí?
—Ya soy adicto a ti, Beatriz. Y te aseguro que eres mucho más peligrosa que la cocaína.
________ alzó las cejas, sorprendida. Él volvió a cogerle la mano y le acarició las venas que destacaban en su pálida y delgada muñeca.
—Lo reconozco. Soy destructivo. Tengo bruscos cambios de humor y muy mal carácter. Algunas de esas cosas tienen que ver con mi personalidad adictiva; otras con mi pasado.
»¿Fue un error tan imperdonable por mi parte pensar que tu existencia era fruto de mi imaginación o... la corona de la creación de Dios?
Sus palabras y su expresión eran tan intensas que _______ tuvo que soltarse. La combinación de su voz y el tacto de sus dedos acariciándole las venas era tan ardiente que temió que la piel se le incendiara y quedara convertida en un montón de ceniza.
—¿Todavía te drogas?
—No.
—¿Ni siquiera drogas blandas?
—No. Después del vergonzoso episodio en Selinsgrove, Grace me convenció para que buscara ayuda. Pensaba suicidarme, pero antes necesitaba dinero para poner en orden mis asuntos. La noche que pasé contigo lo cambió todo. Cuando me dijeron que Beatriz no existía, pensé que eras una alucinación o un ángel. Y que cualquiera de los dos casos podían ser una muestra de que Dios se había apiadado de mí y te había enviado para salvarme. «Lo seme di felicità messo de Dio nell’ anima ben posta.»
_________ cerró los ojos al oír las palabras de Dante en El banquete:
«La semilla de la felicidad que Dios envía a una alma dispuesta a recibirla».
Tom se aclaró la garganta.
—Scott accedió a no denunciarme a cambio de que me sometiera a tratamiento inmediatamente. Richard me llevó a Filadelfia ese mismo día y me ingresó en un hospital. Tras el tratamiento intensivo inicial, me llevó de vuelta a Boston y me apuntó a rehabilitación más cerca de mi... trabajo.
Volvió a removerse inquieto en la silla.
—¿Por qué querías matarte, Tom?
—No puedo decírtelo.
—¿Por qué no?
—No sé qué pasaría si resucitara esos viejos demonios, Beatriz.
—¿Aún piensas en el suicidio? 
Tom carraspeó.
—No. Parte de mi depresión estaba causada por las drogas. El resto por... otras circunstancias de mi vida que he tratado de enderezar desde entonces. Pero no hace falta que te diga que una persona que recurre al suicidio es alguien que ha perdido la esperanza. Yo la encontré cuando te conocí a ti.
Sus ojos ardían con tanta intensidad que _______ cambió de tema.
—¿Tu madre era alcohólica?
—Sí.
—¿Y tu padre?
—Nunca hablo de él.
—Rachel me contó lo del dinero.
—Es lo único bueno que hizo en la vida —gruñó Tom.
—Eso no es cierto —replicó _______ suavemente.
—¿Por qué no?
—Porque también te hizo a ti.
La expresión de él se suavizó y le besó el dorso de la mano.
—¿Tu padre era alcohólico? —insistió ella.
—No lo sé. Sé que era el director ejecutivo de una empresa de Nueva York y que murió de un ataque al corazón. No me molesté en averiguar nada más.
—¿Y tú? ¿Eres alcohólico?
—No.
Ella dobló la servilleta con dedos temblorosos y separó la silla de la mesa.
—Me alegro de que ya no te drogues y de que estés tan recuperado, pero tienes que saber que nunca ligaré mi vida a la de un alcohólico. La existencia es demasiado corta para tanto sufrimiento.
Él la miró con interés.
—Estoy de acuerdo. Pero si pasaras algo más de tiempo conmigo te darías cuenta de que no soy alcohólico. Te juro que no volveré a emborracharme. Es una pena que hayas sido testigo de la única vez que lo he hecho en los últimos seis meses.
—Mi madre fue a rehabilitación varias veces, pero nunca aguantó mucho. ¿Qué pasará si vuelves a drogarte? Aparte de esa fijación que roza el delirio con Beatriz. Yo no soy ella, Tom. Tú buscas un ideal, o una ilusión creada por las drogas, no a mí.
—Llevo limpio seis años. No es que acabe de salir de rehabilitación. Sé que estoy cargado de defectos, pero me gustaría conocerte a ti, tal como eres. Quiero que seas tú misma. Sé que eres más que un sueño. Tu realidad es mucho más hermosa y atractiva que cualquier sueño. No quiero un sueño. Te quiero a ti.
Una lágrima empezó a deslizarse por la mejilla de ______, que se la secó bruscamente.

CAP 17 (PARTE 3)

—No me conoces. No me conociste aquella noche. Abrazaste a la Beatriz de Dante, a la imagen que te habías formado gracias a los escritos y al cuadro de Holiday, no a mí.
Él negó con la cabeza.
—Lo que sentí fue real. Lo que hice fue real.
—Te lo pareció, pero forma parte de la ilusión.
—Fue real, _____. Lo más real que me ha pasado nunca. En cuanto te toqué, lo supe. Y cuando volví a tocarte... años después... te recordé. Mi cuerpo se acordaba del tuyo. Sólo mi mente consciente te había olvidado.
—Ya no soy aquella chiquilla. Me he convertido en una mujer, una mujer que te desagradó a primera vista.
—No es cierto. Te has convertido en una joven preciosa.
—Sólo buscas una mascota.
—No, Beatriz.
—Deja de llamarme así —protestó ella, apretando los dientes.
—Lo siento, _______. Sé que te he hecho daño. Y soy consciente de que tengo un lado oscuro. ¿Me dejarás demostrarte que también puedo ser bueno? ¿Muy bueno?
—No. Es demasiado tarde. No puedo. —Aunque sentía que el corazón se le desgarraba, se dirigió al recibidor, recogiendo el abrigo y la mochila por el camino.
—¿Y lo de anoche? —preguntó Tom, siguiéndola—. ¿No significó nada para ti?
—¿Qué debería significar? ¡A ver, te escucho! —lo incitó, abrazándose a la mochila para protegerse por delante y apoyándose en la pared para cubrirse la espalda.
Tom apoyó una mano a cada lado de sus hombros y se inclinó sobre ella.
—¿Tengo que explicártelo? ¿No lo notaste?
Acercó los labios, casi rozando los suyos. Al notar su cálido aliento sobre la piel, _____ se estremeció.
—¿El qué?
—Tu cuerpo junto al mío. Fuiste tú la que vino a mí anoche. Te metiste en mi cama. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me dijiste que no podías mantenerte alejada de mí? Porque somos almas gemelas, tal como Aristófanes las describió, una alma en dos cuerpos. Eres la mitad que me falta. Eres mi bashert.
—¿Bashert? ¿Acaso sabes lo que significa? El Bashert es el bashert, Tom, el destino es el destino. Puedes aplicarlo a lo que quieras. No tengo por qué ser yo.
Él le dedicó una sonrisa radiante.
—Tus conocimientos lingüísticos no dejan de sorprenderme.
—Conozco esa palabra.
—Por supuesto, preciosa, porque eres muy inteligente.
Le acercó una mano al cuello y empezó a acariciárselo con la yema de los dedos.
—Tom, para. —_______le apartó la mano para poder pensar—. Aunque estés limpio, sigues siendo un adicto. Y yo soy hija de una alcohólica. No pienso volver a pasar por ese infierno.
—No te merezco. Lo sé. Conosco i segni dell’ antica fiamma. La sentí la primera vez que te di la mano. Y la primera vez que te besé. Anoche seguía estando allí. Las sensaciones, los recuerdos, todo lo que había sentido la primera vez, volvía a estar allí. Era real. Mírame a la cara y dime que no significó nada para ti y te dejaré marchar.
_______ cerró los ojos para alejarse de sus súplicas. No quería oírlo decir que había reconocido los signos de la antigua llama.
—No puedes hacerlo, ¿no es cierto? Tu piel me recuerda, igual que tu corazón. Desearías que me hubieran olvidado, pero no pueden hacerlo. Recuérdame, Beatriz. Recuerda a tu primer hombre.
Le rozó el cuello con los labios y el pulso de ________ se aceleró. Su cuerpo era un traidor. No sabía mentir. No actuaba con sensatez. Él podría pedirle cualquier cosa en esos momentos y ella sería incapaz de negarse. La idea la ponía enferma.
—Por favor, Tom.
—Por favor, ¿qué? —susurró, depositando suaves besos a lo largo de su cuello. Finalmente, se detuvo para sentir el flujo vital de su sangre bajo la boca.
—Por favor, deja que me vaya.
—No puedo. —Le arrancó la mochila y el abrigo de las manos y los tiró al suelo.
—No confío en ti.
—Lo sé.
—Me destruirás. Serás mi perdición.
—Nunca.
Tom le sujetó la cara entre las manos. Cuando ella cerró los ojos, se detuvo. ______ aguardó, esperando sentir la suavidad de sus labios sobre los suyos, pero el gesto no llegó. Esperó un poco más y abrió los ojos.
Los de él, grandes y cálidos, la estaban contemplando. Sonreía. Le acarició la cara con suavidad aquí y allí, como si estuviera memorizando sus rasgos. Cuando volvió a acariciarle el cuello, arriba y abajo, con la yema de un dedo, _______ se estremeció. Le acercó los labios al oído.
—Relájate, cariño —dijo él, antes de mordisquearle el lóbulo de la oreja y el cuello—. Deja que te muestre lo que soy capaz de hacer cuando me tomo mi tiempo.
Sosteniendo la cara de _______ entre sus manos, le rozó la frente con los labios. Descendió por su nariz, por sus mejillas, por la barbilla. Cuando ella volvió a cerrar los ojos, le cubrió la boca con los labios. A esas alturas, ________ ya estaba sin aliento. En cuanto sus labios se encontraron, una corriente de sangre, calor y energía los recorrió a ambos, pero Tom no se apresuró. Sus labios cubrieron los de ella completamente y se movieron arriba y abajo, hasta que sus cuerpos vibraron con la suave fricción. Pero no abrió la boca. Levantó una mano para sujetarle delicadamente la nuca, masajeándole con suavidad la cabeza y enredándose en su pelo unos segundos antes de volver a descender. ______ no fue tan delicada al agarrarlo por la nuca y hundir los dedos en su pelo. Sus bocas seguían presionando la una contra la otra, milímetro a milímetro. Tom sacó la punta de la lengua y la pasó lánguidamente por el labio superior de ella, probándola con discreción antes de succionarle el labio inferior. Era tentador. Era una tortura. Era el beso más lento que Tom había dado nunca. Su corazón, por el contrario, latía aceleradamente. Cuando ella gimió contra su boca, él le echó la cabeza hacia atrás para que abriera la boca. Pero no aceleró el ritmo. Esperó a que la mandíbula de _______ se relajara. Cuando ella no pudo esperar más y sacó a su vez la punta de la lengua para que se reuniera con la suya, sólo entonces Tom se dio permiso para aceptar su invitación. _______ se habría lanzado a un beso enfebrecido, pero él marcaba el ritmo y quería ir despacio. Besarla con suavidad, tomarse su tiempo. Tardó una eternidad en bajar las manos desde la cara de _______ hasta sus hombros. Y media eternidad más en deslizárselas por la espalda hasta encontrar piel desnuda. Y durante todo ese tiempo no dejó de explorarle la boca, como si nunca fuera a tener otra oportunidad de hacerlo.
Tom inspiró hondo y gimió al encontrar los hoyuelos que había descubierto la noche anterior. Eran territorio inexplorado, nunca hollado por otras manos, aunque las suyas tampoco tenían derecho a reclamarlo; no tenía derecho a reclamar a _______. Sus dedos se deslizaron por su piel mientras ella gemía y se agarraba a él. Sus sonidos de impotencia eran más eróticos que cualquier jadeo lascivo que hubiera emitido. Le perforaba el cuerpo y se lo inflamaba. Se apretó contra ella, oponiendo tendones de acero a sus delicadas y suaves curvas. Fue moviéndose lentamente hasta que fue su espalda la que se apoyó en la pared. No quería que se sintiera atrapada ni acorralada. Él en cambio no tenía ningún inconveniente en dejar que ella lo acorralara.
________ respiraba su aliento cálido y húmedo. Él era su oxígeno. No lograba dejar de besarlo el tiempo necesario para respirar correctamente y la cabeza empezó a darle vueltas. El aturdimiento hacía que sintiera el roce de sus labios con más intensidad, por lo que no se resistió. Se rindió a las sensaciones, lamiendo, succionando, moviéndose... Muy lentamente, Tom se retiró, interrumpiendo el beso. Con los pulgares le acarició la piel desnuda de la cintura. Cuando ella inspiró bruscamente, Tom la abrazó con fuerza, rodeándola con sus brazos y sintiendo cómo sus pechos se le clavaban en el torso.
—Tienes que acostumbrarte a mis labios, _______, porque pienso besarte mucho —la amenazó en broma, besándole el pelo y sonriendo.
Parecía verdaderamente feliz.
Cuando ella por fin pudo hablar, la voz le temblaba.
—Logan, no te prometo nada. Un beso no cambia las cosas.
La sonrisa se borró del rostro de él, pero siguió abrazándola con fuerza. Con un dedo, le apartó un mechón de pelo de la cara.
—Sólo te pido una oportunidad para tomarnos las cosas con calma y tratar de curarnos el uno al otro.
—Anoche hablaste de ser amigos. Los amigos no se besan así.
Tom se echó a reír.
—Podemos ser amigos. Podemos seguir el modelo de amor cortés si es lo que deseas. Tendré que recordarlo la próxima vez que te bese. Y tú también.
______ apartó la mirada.
—No me fío de ti. Y, aunque lo hiciera, no soy la chica que te imaginas. Te llevarías una gran decepción.
—¿De qué estás hablando?
—No estarías satisfecho si tuvieras que conformarte sólo conmigo. Y en cuanto te des cuenta de eso, me dejarás. Por eso te ruego que elijas una pareja que sea sexualmente compatible contigo antes de que uno de los dos resulte herido.
________ vio que Tom se sofocaba y que sus ojos lanzaban chispas y supo que estaba a punto de estallar.
—¿Qué te hizo?
Ésa no era la pregunta que ella había esperado.
—¿De qué estás hablando?
Tom la miró con cautela, observando sus reacciones. Se separó de la pared y enderezó los hombros.
—No sé qué te hizo para que tengas tan mala opinión de ti misma, pero yo no soy él. ¿No comprobaste durante la noche en el huerto que nuestra conexión no está basada en el sexo? —Le acarició el cabello con una dulzura que contrastaba con la fiereza de sus palabras—. No me costaría mucho matarlo por lo que te ha hecho —susurró—, por quebrantar tu espíritu.
»No negaré que me he dado muchos caprichos y que nunca he sido monógamo, pero quiero algo más. Algo real. Y sé que tú también lo quieres. ¿Qué posibilidades hay de que tu próximo novio sea virgen? Muy pocas. Tu baja autoestima será un problema con cualquier persona, no sólo conmigo. Si un hombre te deja por tu falta de experiencia sexual, no se merece tus lágrimas. Has de tener fe, ______, y debes tener esperanza. Si no en nosotros, al menos en ti. De otro modo, nunca dejarás que nadie te ame.
—No me conoces.
—Te conozco más de lo que crees y lo que no conozco me gustaría conocerlo. Enséñame, Beatriz. Me matricularé en tu universidad. Seré tu alumno. Enséñame a cuidarte.
—Por favor, Tom. ¡No bromees!
—No bromeo. Hay muchas cosas que desconocemos el uno del otro. Cosas que deseo explorar y descubrir.
—No dejaré que me compartas con nadie. 
Tom gruñó.
—No tengo la costumbre de compartir lo que es valioso para mí. Nunca permitiría que otro hombre te pusiera las manos encima y eso incluye a Paul y a cualquier otro follaángeles que ande por ahí.
—Y yo no pienso compartirte con nadie.
—¿A mí?
—Sí.
—Por descontado. Es evidente.
—No, no lo es.
—¿Qué se supone que quiere decir eso? —refunfuñó él.
—No toleraré que duermas con nadie, incluso durante el período de... reflexión inicial. Tómatelo como una demostración de buenas intenciones.
—Hecho.
_______ se echó a reír.
—Lo dices como si fuera lo más fácil del mundo. ¿Piensas renunciar a toda compañía femenina sólo por la posibilidad de tener algo conmigo? No te creo.
—Créeme. Gano mucho más de lo que pierdo. Y pienso demostrártelo. Una vez, y otra... y otra. —Se inclinó sobre ella y le besó la mejilla.
—Paulina... —susurró _______.
Tom siguió besándola, bajando por su cuello hasta llegar al hombro.
—No te preocupes por ella.
—No pienso compartirte con ella.
—No tendrás que hacerlo —dijo él con impaciencia.
—¿Es tu esposa?
Tom se apartó de ella y le dirigió una mirada incrédula.
—Por supuesto que no. ¿Por quién me tomas?
—¿Tu ex esposa?
—_______, para. No es mi ex esposa. Fin de la conversación.
—Quiero que me hables de ella.
—No.
—¿Por qué no?
—Por razones que no quiero comentar. Ya te dije que no me acostaba con ella y que no voy a hacerlo en el futuro. Con eso debería bastarte.
—¿Y quién es MAIA?
La expresión de él se endureció aún más.
—No.
—Vi el tatuaje en tu pecho, Tom. Vi las letras.
 Él se cruzó de brazos.
—No puedo.
—Entonces yo tampoco puedo.
Agachándose, _______ recogió el abrigo y la mochila. Él la retuvo.
—_______, dime quién hizo que te sintieras tan insegura de ti misma y de tu capacidad sexual. ¿Fue Simon?
Ella se encogió.
—Dímelo.
—No pronuncies su nombre en mi presencia.
—Fuiste tú quien lo pronunció en sueños. Parecías muy alterada. Cuéntamelo.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque me da mucho asco —susurró, suplicándole con la mirada que cambiara de tema.
Una idea oscura e inquietante se apoderó de la mente de Tom. Y una vez que se instaló, no pudo librarse de ella.
—______, ¿él no... te forzaría? 
______ agachó la cabeza.
—No, Tom. Sigo siendo virgen.
Él guardó silencio unos instantes, respirando hondo.
—Serías virgen aunque te hubiera forzado. Para mí, seguirías siendo virgen.
Su voz sonaba tan sincera y apenada que _______ sintió que se le rompía el corazón.
—Eso es muy noble por tu parte, pero no me violó. 
Tom cerró los ojos y suspiró.
—Los dos tenemos secretos que no queremos compartir. No te mentiré, pero tampoco voy a contártelo todo. Al menos hoy. Y no hace falta que hables para saber que tú también guardas secretos muy dolorosos. Lo acepto. No te voy a forzar a hablar de ellos.—Rodeándole la cintura con el brazo, la acercó hasta que se tocaron.
—Entonces, ¿vamos a tener secretos el uno para el otro? —______sonaba perpleja.
—De momento, sí.
—Y queda pendiente el tema de que soy tu alumna.
Tom la besó para impedir que siguiera hablando.
—Ése es otro secreto que vamos a tener que guardar. Pero cariño, no quiero mantener el resto de esta conversación en el dichoso pasillo. Vuelve a la mesa y acaba de desayunar. Podemos hablar tomando un café o podemos comer en silencio. Pero no te vayas, por favor.
______ echó un vistazo rápido a la puerta antes de responder.
—Necesito saber lo que sientes por mí, Tom—dijo ella, insegura—. Necesito saber que esto no es un juego para ti. Ni siquiera sé si te gusto. Si te gusto yo, no Beatriz.
Él la miró sin dar crédito.
—Por supuesto que me gustas. Y quiero ganarme tu afecto. Lo que venga después, dependerá de ti.
_______ levantó la mano y le acarició el cabello. Él cerró los ojos y se relajó, respirando hondo. Cuando ella se detuvo, Tom abrió los ojos y _______ vio hambre en sus profundidades. Entonces sonrió y el hambre se transformó en otra cosa. «Esperanza.» Ver ese sentimiento en su cara hizo que a ______ se le saltaran las lágrimas.
—Esto no es lo que me había imaginado —sollozó—. Encontrarte después de tantos años ha sido totalmente distinto a como era en mis sueños. No eres la persona que yo pensaba.
—Lo sé. —Él la abrazó y le besó la frente con cariño.
—Tom, me enamoré de ti a los diecisiete años. Fue la primera vez que me enamoré. Y resulta que lo hice de alguien que no existía. He malgastado mi vida por culpa de una falsa ilusión.
—Siento haberte decepcionado. Me gustaría poder ser el caballero y no el dragón, pero no lo soy. —Tom se echó hacia atrás y la miró fijamente—. Todo está en tus manos. Puedes rescatarme o desterrarme de tu vida con una sola palabra.
_______ escondió la cara en su pecho y se preguntó si tenía elección.






HOLAP!!! COMO ESTAN? ESPERO QUE BIEN!! AQUI ESTA EL CAPS ... ESPERO QUE LES GUTE .. JENIFER YA LO COMPONGO, FIJATE CUANDO ENTRES xD ... BUENO SIN MAS QUE DECIR ME DESPIDO, QUE ESTEN BIEN Y QUE PASEN CONITA NOCHE Y DIAS :)) CHAO

3 comentarios:

  1. Esta buenizimaa Virgii.. Gracias por subir todos los dias. Espero subad en tus otras fics tambin.

    Aun siguen en blanco pero ya no importa tengo leer de costado xq lo hago desde mi cel.

    Siguelaa :D

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  2. Increíble, diossss, está superrrr guay, me encanta enserio, por favor no quiero ser pesada pero continuala pronto JAJAJAJA estoy enamorada de esta historia♡

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  3. OH DIOS !!!! no habia podido comentar pero he leido el cap como 3 veces ya de tanto que me gusto !!!! *-* oh WOW !!!! espero que siga igual de buena *-* ojala puedas seguir subiendo seguido ES LO MEJOR !!!!! DIOOOSSS !!!! esta ME ENCANTA *-*

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