musica

sábado, 12 de abril de 2014

.- EL INFIERNO DE TOM.- 22 (PARTE 1,2 y 3)

CAP 22 (PARTE 1)
Los cuerpos de los dos casi amantes estaban enredados en la gran cama, con las piernas desnudas entrelazadas bajo la colcha de seda de color azul hielo y las sábanas blancas de la casa Frette. Ella murmuraba en sueños, dando vueltas inquieta. Él permanecía inmóvil, disfrutando de su compañía.
Podría haberla perdido. Tumbado a su lado, era muy consciente de que esa noche habría podido acabar de un modo muy distinto. ________ habría podido no perdonarlo. Nada la obligaba a aceptarlo. Pero lo había hecho. Tal vez podía empezar a tener esperanzas...
—¿Tom?
Creyendo que seguía dormida, él no respondió. Eran las tres de la madrugada y el dormitorio estaba envuelto en sombras rotas tan sólo por las luces de la ciudad que se colaban a través de las cortinas.
______ se volvió hacia él.
—¿Tom? —susurró—. ¿Estás despierto?
—Sí. Todo va bien, cariño. Duérmete —le dijo, besándola suavemente y acariciándole el pelo.
Ella se apoyó en un codo.
—Estoy muy despierta.
—Yo también.
—¿Podemos... podemos hablar? 
Él se apoyó en un codo también.
—Por supuesto. ¿Pasa algo?
—¿Eres más feliz ahora que hace un tiempo?
Tom se la quedó mirando un instante antes de darle un golpecito en la nariz.
—¿A qué viene esa pregunta tan profunda en mitad de la noche?
—Has dicho que el año pasado eras muy infeliz. Me preguntaba si serías más feliz ahora.
—No soy un gran experto en felicidad. ¿Y tú? 
________ retorció el dobladillo de la sábana.
—Intento serlo. Trato de disfrutar de las cosas pequeñas. La tarta me ha hecho muy feliz.
—De haberlo sabido, la habría encargado antes.
—¿Por qué no eres feliz ahora?
—Cambié mi primogenitura por un plato de lentejas.
—¿Estás citando las Escrituras? —preguntó ella, incrédula. Tom se puso a la defensiva.
—No soy un pagano, _______. Me criaron en la fe episcopalista. Richard y Grace eran muy devotos, ¿no lo sabías?
________ asintió. Lo había olvidado. La expresión de Logan era muy seria.
—Aunque por mi modo de vida no lo parezca, sigo siendo creyente. Sé que eso me convierte en un hipócrita.
—Todos los creyentes somos hipócritas, porque no estamos a la altura de nuestras creencias. Yo también creo, aunque no se me da demasiado bien. Sólo voy a misa cuando estoy triste, en Navidad o en Semana Santa. —Buscó la mano de Tom y se la apretó con fuerza—. Si todavía crees, debes tener esperanza. Tienes que confiar en que la felicidad te llegará algún día.
Él le soltó la mano y, tumbándose de espaldas, se quedó mirando el techo.
—He perdido mi alma, _______.
—¿Qué quieres decir?
—Estás contemplando a una de esas almas que han cometido pecados demasiado graves como para ser perdonadas.
—No lo entiendo. 
Tom suspiró.
—Mi nombre es una enorme ironía. Estoy más cerca de ser un demonio que uno de los apostoles de jesucristo y no puedo esperar redención, porque he hecho cosas imperdonables.
—¿Te refieres a lo que pasó con la profesora Singer?
Él se echó a reír sin ganas.
—Ojalá ésos fueran mis pecados más graves. No, _______. He hecho cosas mucho peores. Por favor, acepta mi palabra y no me preguntes más.
Ella se acercó un poco más. Los delicados rasgos de su rostro estaban contraídos de preocupación.
Mientras ella se preguntaba qué le estaría ocultando, él trataba de hacerse perdonar acariciándole el brazo.
—Sé que no te gusta que te oculte cosas y sé también que no podré ocultártelas para siempre, pero te ruego que me des un poco más de tiempo. —Soltó el aire lentamente y bajó la voz—. Te prometo que no te haré el amor sin haberte contado antes quién soy.
—Es un poco pronto para hablar de eso, ¿no crees?
Él la miró entrecerrando los ojos.
—¿Lo es?
—Tom, estamos empezando a conocernos. Y ya ha habido unas cuantas sorpresas.
Él hizo una mueca.
—No quiero esconder mis intenciones. No quiero seducirte y marcharme luego. Y tampoco pienso reservar mis secretos hasta después de haberte hecho mía. Estoy tratando de comportarme correctamente.
Sus palabras tenían buena intención. La deseaba, deseaba hasta el último rincón de su cuerpo, pero tenía muy claro que no podía arrebatarle la virginidad sin haberle confesado antes sus secretos más íntimos. Y, aunque su reacción ante el acoso de Ann le daba esperanzas, seguía teniendo miedo de que sus revelaciones la hicieran salir corriendo. Sabía que ella estaría mejor con otro hombre, pero sólo con imaginárselo, el corazón le empezaba a latir desacompasadamente.
—¿Tienes conciencia?
—¿Qué pregunta es ésa? —gruñó él.
—¿Crees que hay diferencia entre el bien y el mal?
—¡Por supuesto!
—¿Y sabes distinguirlos?
Tom se frotó la cara con las manos y las dejó ahí.
—________, no soy un psicópata. No tengo ningún problema en distinguir una cosa de otra, el problema llega a la hora de actuar.
—Entonces, no has perdido el alma. Sólo una criatura con alma es capaz de distinguir entre el bien y el mal. Sí, has cometido errores, pero te sientes culpable. Sientes remordimiento. Y si no has perdido el alma, sigues teniendo posibilidades de redención.
Él sonrió con tristeza y la besó.
—Hablas como Grace.
—Grace era una mujer muy sabia.
—Igual que tú, señorita Mitchell, según parece —bromeó él.
—Con un poco de ayuda de santo Tomás de Aquino, profesor.
Él le levantó un poco la camiseta para hacerle cosquillas en el estómago.
—¡Ah! ¡Tom, para! —se rió ella, retorciéndose y tratando de apartarse.
Él siguió unos instantes antes de soltarla, sólo por el placer de oír su risa resonando en la oscuridad.
—Gracias, _______. —Le acarició la mejilla—. Por un momento, casi te he creído.
Ella le rodeó la cintura con el brazo y se acurrucó a su lado, aspirando su aroma con satisfacción.
—¡Siempre hueles tan bien...!
—Puedes agradecérselo a Rachel y a Grace. Empezaron a regalarme colonia Aramis hace mucho tiempo. Y luego yo seguí comprándola por costumbre. —Sonrió—. ¿Crees que debería probar algo nuevo?
—No si Grace la eligió para ti.
La sonrisa de Tom desapareció, pero le dio un beso en la frente de todos modos.
—Supongo que debería dar las gracias porque no se le ocurriera comprarme Brut.
______ se echó a reír.
Permanecieron en silencio varios minutos antes de que ella le susurrara al oído:
—Me gustaría decirte una cosa.
Apretando ligeramente los labios, Tom asintió. A pesar de la oscuridad, ella apartó la vista con timidez.
—Podrías haberme tomado en el huerto de manzanos. Te habría dejado.
Él le acarició la mejilla con un dedo.
—Lo sé.
—¿Lo sabes?
—El cuerpo femenino tiene pocos secretos para mí. Aquella noche estabas muy... receptiva.
________ no salía de su asombro.
—¿Sabías que...?
—Sí.
—Pero no lo hiciste...
—No.
—¿Puedo saber por qué?
Tom reflexionó antes de responder:
—No me pareció correcto. Además, estaba tan feliz de haberte encontrado y de tenerte entre mis brazos, que no necesitaba nada más.
________ se inclinó sobre él y lo besó en el cuello.
—Fue perfecto.
—Cuando volvamos a casa por Acción de Gracias, me gustaría llevarte allí otra vez. ¿Me acompañarás?
—Por supuesto.
Le besó el pecho, sin tocar el tatuaje. Tom se encogía cada vez que lo tocaba allí.
—Bésame —musitó él.
Ella obedeció, presionando su boca entreabierta contra la suya, deseosa de saborearlo todo el tiempo que él se lo permitiera. Que fue menos del que _______ habría deseado. Con un suspiro, Tom se volvió. La pérdida de su contacto la entristeció y un viejo fantasma asomó la cabeza.
Tom notó que ella se tensaba a su lado.
—No confundas mi templanza con falta de deseo, _________. Estoy ardiendo por ti. —Suavemente, le dio media vuelta y la abrazó por detrás, hundiendo la cara en su pelo—. Me alegro tanto de que estés aquí... —susurró.
Ella quería confesarle que dormía mejor con él que sola. Quería decirle que le gustaría pasar a su lado el resto de sus noches y que lo deseaba mucho.
Pero no lo hizo.

Al despertarse a la mañana siguiente, estaba sola. Al mirar la hora en el reloj antiguo que Tom tenía en la mesita de noche, descubrió asombrada que ya era mediodía. Había dormido demasiado. Él le había dejado un desayuno continental y una nota apoyada en el zumo de naranja. La leyó mientras mordisqueaba el pain au chocolat.


Del despacho del profesor Tom J. Kaulitz
Cariño:
Estabas durmiendo tan profundamente que no he querido molestarte.
He ido a hacer unos recados.
Llámame cuando te despiertes.
Gracias por dejarme tenerte entre mis brazos toda la noche,
y por tus palabras...
Si tengo alma, es tuya.
Tom


_______ sonrió feliz y desayunó tranquilamente en la habitación.
Tom parecía contento en la nota y eso hacía que ella también lo estuviera. Después de lavarse, estaba a punto de salir del dormitorio cuando tropezó con tres bolsas de Holt Renfrew. Las apartó algo irritada y se dirigió a la cocina, donde le extrañó encontrarse a Tom sentado a la barra, tomándose un café y leyendo el periódico. Llevaba una camisa de color azul pálido que resaltaba el café más intenso de sus ojos y unos cómodos pantalones negros. Se había puesto las gafas y estaba guapo, como siempre. _______ se sintió poco vestida con la camiseta y los pantalones cortos.
—¡Hola! —la saludó él, doblando el periódico y recibiéndola con los brazos abiertos.
Cuando estuvo entre sus piernas, Tom le dio un cálido abrazo.
—¿Has dormido bien? —le susurró al oído.
—Muy bien.
La besó suavemente.
—Debías de estar cansada. ¿Cómo te encuentras? —La miró con preocupación.
—Estoy bien.
—¿Quieres que te prepare algo de comer?
—¿Tú has comido ya?
—He picado algo con el café. Estaba esperando para almorzar contigo.
Volvió a besarla, más apasionadamente esta vez. ________ le rodeó la espalda con los brazos y, tímidamente, le enredó los dedos en el pelo. Tom le mordisqueó el labio inferior antes de apartarse un poco y decirle con una sonrisa:
—Parte de mí tenía miedo de que, al despertarme, hubieras desaparecido.
—No voy a ninguna parte, Tom. Todavía tengo los pies destrozados de ir ayer arriba y abajo todo el día con esos tacones. No creo que pudiera llegar a casa.
—Eso tiene remedio... con ayuda de un buen baño caliente —propuso él, alzando las cejas varias veces.
_______ se ruborizó y cambió de tema.
—¿Cuánto tiempo quieres que me quede?
—Para siempre.
—Tom, estoy hablando en serio —protestó ella, sonriendo.
—Hasta el lunes por la mañana.

CAP 22 (PARTE 2)
—No tengo ropa. Tendría que ir a casa a buscar algo para cambiarme.
Él sonrió con indulgencia.
—Si quieres, puedo llevarte. O dejarte el Range Rover. Pero antes, creo que deberías echarle un vistazo a las bolsas que he dejado en la habitación. Igual te ahorras el viaje.
—¿Qué hay?
Tom izo un gesto vago con las manos.
—Cosas que alguien puede necesitar si se queda a dormir en casa de un amigo.
—¿Y de dónde han salido?
—De la tienda donde Rachel te compró el maletín.
—Es decir, que todo será carísimo —protestó ella, frunciendo el cejo y cruzándose de brazos.
—Eres mi invitada. Las reglas de la hospitalidad me obligan a satisfacer todas tus necesidades —replicó él, con la voz ronca, antes de pasarse la punta de la lengua por el labio inferior.
Haciendo un gran esfuerzo, _______ apartó la vista de su boca.
—Me parece... mal que me compres ropa.
—¿De qué estás hablando? —Tom parecía molesto.
—Como si fuera una...
—¡Para! —La soltó y le dirigió una mirada sombría.
Ella se la devolvió, preparándose para el chaparrón que sabía que se avecinaba.
—_______, ¿de dónde viene tu aversión a la generosidad?
—No tengo aversión a la generosidad.
—Sí la tienes. ¿Acaso crees que quiero sobornarte para que te acuestes conmigo?
—Por supuesto que no —respondió ella, ruborizándose.
—¿Crees que te compro cosas porque espero favores sexuales a cambio?
—No.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—No quiero deberte nada.
—¿Deberme? Ah, ya lo entiendo. Soy un prestamista medieval que cobra intereses exagerados y que, cuando no puedas devolverle el dinero, se lo cobrará en carne.
—No, claro que no —susurró ______.
—¿Entonces?
—Es que quiero valerme por mí misma. Tú eres un profesor, yo soy una alumna y...
—Eso ya lo discutimos anoche. Que un amigo te haga un regalo no te convierte en un ser dependiente y sin voluntad —refunfuñó él—. No quería que tuvieras que ir a casa. Pasamos muy poco tiempo juntos. Sólo he tenido que cruzar la calle. La tienda está aquí mismo. Únicamente quería ser amable. Mi personal shopper me ha ayudado a elegir unas cuantas cosas, pero si no las quieres, las devolveré.
Tom se levantó y dejó la taza en la encimera. Pasando por delante de ella sin decirle una palabra, se encerró en el despacho.
«No ha ido demasiado bien», pensó ______.
Sin saber qué hacer, se mordió las uñas. Por un lado, quería ser independiente. No quería ser como un pajarillo indefenso con el ala rota. Por otro lado, su corazón amable sufría causándole dolor a otras personas. Y tras el enfado de Tom sabía que se escondía dolor.
«No quería hacerle daño...»
Tom era tan fuerte, tan enérgico, que costaba darse cuenta de que en su interior se ocultaba un ser sensible que se disgustaba por algo tan intrascendente como unos regalos. Tal vez ella fuera la única persona en el mundo consciente de lo sensible que era. Lo que la hacía sentirse aún más culpable por haberlo lastimado.
Se sirvió un vaso de agua y se lo bebió despacio, dándole a él intimidad y a ella unos momentos para reflexionar. Al acercarse al despacho, el teléfono sonó. ______ asomó la cabeza por la puerta y vio que Tom estaba sentado tras el escritorio y que rebuscaba entre los papeles mientras contestaba la llamada.
Al verla, señaló al teléfono y dijo «Richard» en voz baja.
Ella asintió. Acercándose al escritorio, cogió una pluma sencilla y un trozo de papel y escribió «Perdona». Le mostró el papel y Tom, después de leerlo, asintió bruscamente.
______ volvió a escribir:

Voy a ducharme. ¿Hablamos luego?

Él leyó la nueva nota y volvió a asentir.

Gracias por ser tan considerado. Lo siento.


Cuando se volvió para marcharse, Tom la agarró por la muñeca y le dio un beso en la palma de la mano antes de soltarla.
________ regresó al dormitorio, cerró la puerta, llevó las bolsas hasta la cama y se dispuso a ver qué contenían.
En la primera encontró ropa de mujer, toda de su talla. Tom le había comprado una falda tubo negra, clásica, unos pantalones negros, lisos, marca Theory, una camisa de vestir de algodón blanco con puños franceses y una blusa de seda de color azul. Unas medias de rombos, unos calcetines y unos botines negros puntiagudos completaban el conjunto. Le recordó la colección básica de un diseñador. No quería parecer desagradecida, pero habría estado igual de contenta con unos simples vaqueros, una camiseta de manga larga y unas zapatillas deportivas.
La segunda bolsa, según descubrió sorprendida, contenía lencería. Tom le había comprado un elegante y obviamente carísimo albornoz de color lila. También un camisón largo del mismo color, con volantes en el cuello. Se sintió sorprendida y encantada con el camisón. Era sofisticado y sencillo al mismo tiempo. Algo que podía ponerse para dormir con él sin sentirse incómoda. En el fondo de la bolsa vio un par de zapatillas de raso del mismo color, con tacones de unos cinco centímetros. Eran un peligro para la salud disfrazado de zapatillas sexies.
«Es evidente que los tacones son el fetiche de Tom... en todo tipo de calzado.»
En la tercera bolsa encontró ropa interior. _______ se ruborizó intensamente al ver tres sujetadores de encaje, de media copa, con bragas a juego, todos ellos de un diseñador francés. Un conjunto era de color champán, otro azul pálido y el tercero rosa palo. Las bragas eran tipo culotte, todas de encaje. Se ruborizó aún más al imaginarse a Tom paseando entre hileras e hileras de lencería cara, eligiendo lo que le parecía elegante y atractivo y comprando prendas que eran exactamente de su talla.
«Oh, dioses de los —¿amigos? ¿novios?— francamente generosos, gracias por mantenerlo apartado de los artículos provocativos... de momento.»
Estaba abrumada y algo avergonzada. Pero era todo tan bonito, tan delicado, tan perfecto...
«Tal vez no me ame, pero se preocupa por mí y quiere hacerme feliz», pensó.
Eligió el conjunto color champán, los pantalones negros y la camisa blanca y fue al baño a darse una ducha. En la bañera, no sólo encontró la esponja color lavanda, sino también su propia marca de gel, de champú y de acondicionador. Tom, a su modo obsesivo, se había ocupado de todo.
Se estaba secando el pelo, estrenando orgullosa su albornoz nuevo, cuando oyó que llamaban a la puerta.
—Adelante —dijo.
Tom asomó la cabeza.
—¿Seguro? —La examinó de arriba abajo desde la puerta, desde el pelo mojado hasta los pies descalzos y volvió a subir luego hasta detenerse en su cuello desnudo.
—Estoy decente. Puedes pasar.
Tom se le acercó con una mirada hambrienta.
—Tú siempre estás decente porque eres decente, pero yo no. 
________ le sonrió y él le devolvió la sonrisa más civilizadamente.
Apoyándose en la pared, Tom se metió las manos en los bolsillos y dijo:
—Lo siento.
—Yo también.
—He exagerado.
—Yo también.
—Hagamos las paces.
—Por favor.
—Ha sido muy fácil. —Tom se echó a reír y, quitándole la toalla de las manos, la echó a un lado antes de abrazarla con fuerza—. ¿Te gusta el albornoz? —preguntó, inseguro.
—Es precioso.
—Devolveré el resto.
—No lo hagas. Me gusta todo. Me gusta, sobre todo, porque tú lo has elegido para mí. Gracias.
Los besos de él podían ser dulces y suaves, como los de un chico que estuviera besando a su primera novia, pero esa vez no lo fueron. Esa vez le presionó la boca hasta que ella separó los labios y le dio entonces un largo y apasionado beso antes de apartarse y acariciarle la mejilla.
—Te habría comprado también unos vaqueros, pero Hillary, la personal shopper, me ha dicho que es muy difícil acertar con unos vaqueros sin probarlos. Si prefieres ponerte algo más informal, podemos ir a comprar otra cosa.
—No necesito más vaqueros.
—Lo he elegido todo yo menos la ropa interior. Ésa la ha elegido Hillary. —Al ver que ________ se sorprendía, le aclaró—: No quería que te sintieras incómoda.
—Demasiado tarde —replicó ella, algo decepcionada al enterarse de que no había sido Tom quien había elegido aquellos preciosos conjuntos.
—________, tengo que explicarte una cosa.
Se había puesto tan solemne que ella sintió un escalofrío. Lo vio cambiar el peso de pie varias veces, mientras buscaba las palabras adecuadas.
—Mi padre era un hombre casado, con su propia familia, cuando conoció a mi madre. La sedujo, la trató como a una puta y la abandonó. Me duele que pienses que yo podría tratarte así. No es que me extrañe mucho, dados mis antecedentes, pero...
—Tom, no lo creo. Es sólo que no me gusta que te sientas con la obligación de cuidar de mí.
Él la miró con atención.
—Me gusta cuidar de ti. No es ninguna obligación. Ya sé que puedes cuidarte sola. Lo has hecho perfectamente desde que eras una niña, pero ya no tienes que hacerlo todo sola. Ahora me tienes a mí.
Se removió, inquieto antes de continuar.
—Quiero malcriarte con detalles extravagantes porque me importas. No sé expresar todo lo que siento por ti. Se me da mucho mejor demostrártelo. Por eso, cuando no quieres aceptar mis regalos...
Se encogió de hombros, pero no pudo ocultar el dolor que eso le causaba.
—Nunca lo había visto de esa manera —dijo ella en voz baja.
—Cada vez que hago algo por ti, estoy tratando de demostrarte lo que no sé expresar con palabras. —Le acarició las mejillas con los pulgares—. No me lo niegues, por favor.
_______ respondió poniéndose de puntillas y apretándose contra su pecho. Rodeándole el cuello con las manos, lo besó. Fue un beso hambriento, lleno de promesas, de entrega y de necesidad.
Tom también se entregó al beso, con la mandíbula en tensión mientras concentraba todo su ser en la unión perfecta de sus bocas.
Cuando se separaron, ambos estaban jadeando.
—Gracias —susurró él, apoyándole la barbilla en el hombro.
—Me cuesta depender de otra persona.
—Lo sé.
—Preferiría que me consultaras tus planes, en vez de tomar decisiones en mi nombre. Así me resultaría más fácil pensar que somos pareja. Aunque no lo seamos —añadió rápidamente, ruborizándose.
Él volvió a besarla.
—Quiero que seamos una pareja, _______. Y lo que pides me parece justo. A veces me dejo llevar por el entusiasmo del momento, sobre todo en todo lo que tiene que ver contigo.
Ella asintió contra su pecho. Cuando Tom carraspeó, levantó la cabeza para verle los ojos.
—Más o menos un año antes de morir, mi padre tuvo un ataque de conciencia y me añadió a su testamento. Debió de pensar que, al dejarme la misma parte de herencia que a sus hijos legítimos, estaba expiando sus pecados. Ya ves, soy una indulgencia andante.
—Lo siento mucho, Tom.
—Yo no quería el dinero. Pero casi todo estaba invertido y esas inversiones no paran de generar beneficios. No importa lo rápido que me lo gaste, siempre hay más. Nunca me libraré de ese dinero ni de mi padre. Así que, por favor, no pienses en lo que cuestan los regalos. El coste no tiene importancia.
—¿Por qué acabaste aceptando la herencia?
Él la soltó y, tras pensarlo un momento, explicó:
—Richard y Grace tuvieron que hipotecar la casa para pagar mis errores. Debía dinero que me habían prestado para drogarme; mi vida estaba en peligro. Y... por alguna otra cosa.
—No lo sabía.
—Tu padre sí.
—¿Papá? ¿Cómo se enteró?
—Richard quería salvarme a toda costa. Cuando le confesé los líos en los que andaba metido, decidió ir puerta por puerta a visitar a todos los tipos a los que les debía dinero y saldar mis deudas. Por suerte, antes habló con tu padre.
—¿Por qué?
—Porque él conocía a un detective privado que tenía contactos en Boston.
_______ abrió mucho los ojos.
—Mi tío Jack.
Tom frunció el cejo.
—No sabía que era tu tío. Richard era muy ingenuo. No se daba cuenta de que esos tipos eran gente sin escrúpulos. Lo más probable habría sido que se hubieran quedado con el dinero y lo hubieran matado. John se ocupó de que tu tío y algunos contactos suyos pagaran las deudas con el dinero de Richard de un modo seguro. Cuando salí de rehabilitación, llamé al abogado de mi padre en Nueva York y le dije que aceptaba la herencia. Pagué la hipoteca de la casa, pero no hay dinero que pueda borrar la vergüenza. Richard podría haber muerto por mi culpa.

CAP 22 (PARTE 3)

—Eres su hijo. Es normal que quisiera salvarte. Te quiere.
—Sí, soy el hijo pródigo. —Bajó las manos hasta las caderas de ________ y cambió de tema—. Quiero que te sientas cómoda aquí. He vaciado uno de los cajones de la cómoda y te he hecho un poco de espacio en el armario. Me gustaría que dejaras algo de ropa para cuando vengas. Ah y te daré una llave.
—¿Quieres que deje cosas mías aquí?
—Bueno, en realidad me gustaría que te quedaras toda tú, pero me conformaré con la ropa —respondió él con una media sonrisa.
Ella se puso de puntillas para besarlo en los labios.
—Dejaré parte de la ropa que me has comprado. Me estará esperando aquí cuando regrese.
La expresión de Tom se transformó al esbozar una sonrisa traviesa.
—Ya que hablamos de dejar cosas aquí, tal vez no te importase dejarme una foto de recuerdo.
—¿Quieres hacerme una foto así?
—¿Por qué no? Eres preciosa, ________. 
Ella sintió que la piel le ardía.
—Creo que no estoy preparada para que me saques fotos eróticas.
Él frunció el cejo.
—Lo que había pensado era tomar algunas fotos en blanco y negro de tu perfil, el cuello, la cara... —Le acarició suavemente la espalda, trazando círculos para demostrarle su afecto.
—¿Por qué?
—Porque me gustaría poder verte cuando no estés. Mi piso está muy vacío sin ti.
Ella frunció los labios pensativa.
—¿Te molesta la idea? —preguntó, acariciándole la mandíbula lentamente.
—No, no me importa que me fotografíes. Pero preferiría estar completamente vestida.
—No creo que mi corazón pudiera resistir verte desnuda. 
Al verla sonreír, él se echó a reír.
—¿Puedo preguntarte una cosa, Tom?
—Por supuesto.
—Cuando vuelvas a Selinsgrove en Acción de Gracias, ¿dormirás en casa de Richard o en un hotel?
—Me quedaré en casa con los demás. ¿Por qué?
—Rachel me dijo que solías alojarte en un hotel cuando ibas de visita.
—Es cierto.
—¿Por qué?
Él se encogió de hombros.
—Porque era la oveja negra de la familia y Scott nunca me permitía olvidarlo. Era un alivio saber que tenía un sitio adonde ir si las cosas se ponían feas.
—¿Alguna vez llevaste a alguna chica a casa de tus padres?
—Nunca.
—¿Alguna vez quisiste hacerlo?
—No antes de conocerte. —Se inclinó hacia ella y la besó—. Por mí, serías la primera chica en compartir mi cama en casa de mis padres. Por desgracia, no creo que eso vaya a ser posible, a no ser que te cueles dentro cuando todos estén durmiendo.
________ soltó una risita tímida. Estaba encantada con lo que estaba oyendo.
—Richard me ha recordado que tengo que reservar los billetes de avión. ¿Por qué no dejas que me ocupe yo de las gestiones y ya arreglamos el tema del dinero más adelante?
—Puedo sacar mi propio billete.
—Ya lo sé. Pero me gustaría que fuéramos juntos en el avión. Para eso tendríamos que salir después del seminario, es decir, deberíamos tomar el último vuelo que sale de Toronto, hacia las nueve de la noche.
—Qué tarde.
—Había pensado reservar una habitación en Filadelfia el miércoles por la noche, ya que llegaremos cerca de las once. A menos que prefieras que salgamos hacia Selinsgrove directamente.
_________ negó con la cabeza.
—¿Por qué no volamos directamente a Harrisburg?
—El último vuelo hacia allá sale antes de que termine el seminario. Por supuesto, podríamos irnos al día siguiente, si lo prefieres. En ese caso no haría falta reservar hotel.
Tom la miraba fijamente, para observar cada detalle de sus reacciones.
—No quiero perder casi un día entero. Y me gustará dormir en un hotel contigo —dijo ella con una sonrisa.
—Bien. Haré las reservas y alquilaré un coche.
—¿Y Rachel y Aaron? ¿No deberíamos ir con ellos?
—Ellos se irán el miércoles, cuando acaben de trabajar. Mi hermana me ordenó que me encargara de que llegaras a casa sana y salva. Espera que sea tu chófer y tu botones —añadió con un guiño y una sonrisa.
—¿Lo sabe?
—Rachel cree que lo sabe todo. —Su sonrisa se volvió más tensa—. No te preocupes. Yo me encargo de ella.
—No es Rachel la que me preocupa.
—No tienes que preocuparte por nadie. Sólo somos dos amigos que se han encontrado en una ciudad lejana. Va a ser mucho más duro para mí que para ti.
—¿Y eso por qué?
—Porque tendré que estar en la misma habitación que tú sin poder tocarte.
________ se miró los pies y sonrió con timidez. Tom le cogió la mano y se la acarició.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?
—No lo celebro.
—¿Por qué no?
—Porque no —respondió ella a la defensiva.
—Bueno, pues a mí me gustaría mucho celebrarlo contigo. No me lo niegues, _______ —le pidió, más frustrado que enfadado.
_______ recordó la discusión sobre la ropa. No le apetecía nada volver a discutir otra vez tan pronto.
—Fue el 18 de setiembre. Llegas tarde.
—No. —Tom la abrazó y le frotó la mejilla con la suya—. ¿Tienes planes para el viernes que viene? Podemos celebrarlo entonces.
—¿Qué haremos?
—Todavía tengo que organizarlo, pero lo que es seguro es que lo celebraremos fuera de casa.
—No creo que sea buena idea que nos vean juntos en público. 
Él frunció el cejo.
—No te preocupes por eso. Sólo dime si aceptas mi invitación o no —insistió, acariciándole uno de los puntos del costado en los que __________ no podía resistir las cosquillas.
—Acepto agradecida, pero por favor no me hagas cosquillas —le rogó, riendo antes de que empezara.
Ignorando su ruego, Tom se las hizo delicadamente hasta que estuvo riendo a carcajadas. Le encantaba oírla reír. Y a ella le encantaban los escasos momentos en que él se ponía juguetón.
Cuando recuperó el aliento, _______ se disculpó:
—Siento haber herido tus sentimientos hace un rato. Sé que no es excusa, pero ayer fue un día muy duro y, además..., estoy hormonal.
«¿Hormonal? —repitió Tom mentalmente—. ¡Oh!»
—¿Te sientes mal? —le preguntó preocupado.
—Estoy bien, pero los días anteriores me altero un poco. Aunque dudo que quieras que entre en detalles.
—Si hace que te encuentres mal o que estés disgustada, claro que quiero saber los detalles. Me importas y me preocupo por ti.
—Te aconsejo que marques la fecha en el calendario para que sepas cuándo te conviene mantenerte a distancia. Bueno, siempre y cuando las cosas entre nosotros...
—No pienso hacer tal cosa —la interrumpió él bruscamente—. Te quiero completa. Lo quiero todo de ti, no sólo lo bueno. Y por supuesto que las cosas entre nosotros van a continuar.
«Espero.»
La confesión de _________ lo enfrentó a una situación curiosa. No se había olvidado de las clases de biología básica, pero dado su estilo de vida, hacía tiempo que esas cosas no formaban parte de su cotidianidad. Las mujeres «hormonales» o las mujeres que tenían la regla no solían ir a Lobby en busca de sexo.
Y muy raramente Tom se acostaba con la misma mujer más de una vez. Y en esas escasas ocasiones no había salido el tema en la conversación. Pero no tenía ningún inconveniente en hablar de ello con _______. Quería reconocer sus estados de ánimo, saber cuándo estaba de mal humor o con ganas de llorar. La idea lo sorprendió, pero no de un modo desagradable.
—Dejaré que acabes de vestirte. Hay algo más que deberíamos comentar.
La miró con tanta solemnidad que ________ no pudo evitar preocuparse.
—Volví a hablar con mi abogado.
—¿Y?
—Me dijo que me mantuviera alejado de ti. Me confirmó que la universidad tiene una política muy estricta de no confraternización, que afecta tanto a alumnos como a personal docente.
—¿Y eso qué quiere decir?
—Quiere decir que los dos correríamos peligro si descubrieran que mantenemos una relación mientras estás en mi clase. En determinadas circunstancias, incluso te podrían expulsar de la universidad.
________ cerró los ojos y reprimió un gruñido.
«¿Por qué el universo siempre conspira contra nosotros?»
—Conocíamos la política de la universidad y ahora ya sabemos que van en serio. Sólo tenemos que seguir manteniendo las mismas precauciones que hasta ahora. Hemos de continuar siendo discretos durante un par de semanas. En cuanto Katherine te entregue su nota, podremos vernos libremente.
—Tengo miedo.
Tom le acarició la mejilla.
—¿De qué?
—Si alguien nos ve juntos, o si algo les resulta sospechoso, pueden denunciarnos. Christa te desea y me odia. A Paul no le gusta cómo me tratas en público, así que no sería difícil que declarara en tu contra. Y la profesora Singer...
Se estremeció. No quería pensar en esa mujer.
—No permitiré que te expulsen. No importa lo que pase. Las cosas nunca llegarán tan lejos.
_________ trató de protestar, pero él la hizo callar con sus labios, murmurando palabras de ánimo contra su boca mientras le demostraba lo mucho que le importaba.


Pasaron un día muy agradable juntos. Se rieron, se besaron y hablaron durante horas. Tom tomó varias fotos de ella en poses informales, hasta que, muerta de vergüenza, ________ le rogó que guardara la cámara. Él decidió que le haría un par de fotos más esa noche, mientras durmiera, porque entonces _________ tenía el rostro de un ángel. Sabía que imágenes suyas durmiendo serían arrebatadoras.
Después de cenar, bailaron delante del fuego. Tom había preparado una colección de temas sensuales cantados por Sting, pero _______ no podía concentrarse en la música. Estaba aturdida, como siempre que él la besaba. Estaba tan atrapada en el mundo de las emociones y las sensaciones físicas, que le daba vueltas la cabeza.
Tom, con las manos hundidas en su pelo, le acariciaba la nuca. Desde allí, sus manos descendieron hasta sus hombros, donde resiguieron los contornos de su piel. Continuaron bajando hasta su cintura y, muy lentamente, volvieron a ascender hasta rozar la parte baja de sus pechos. Dos manos grandes y fuertes le cubrieron los senos, moviéndose y masajeándolos con delicadeza.
_______ se apartó.
Tom abrió los ojos, sorprendido. Ella se había apartado de él, pero aún sentía su corazón latiendo desbocado contra sus dedos.
—¿______? —susurró.
Ella negó con la cabeza. Tenía la boca entreabierta y la piel sonrojada. Sin dejar de mirarlo, se acercó un poco más. Tom cambió ligeramente la posición de sus manos para observar su reacción.
________ cerró los ojos y, cuando volvió a abrirlos, pudo ver algo nuevo en sus profundidades: calor.
La visión de su intensa y repentina excitación lo afectó mucho, no sólo por su propio estado de deseo, sino también a nivel emocional. Ella nunca lo había mirado de esa manera, ansiosa y exultante, como si fuera la primera vez que alguien la había tocado íntimamente.
Un gruñido retumbó en el pecho de él y le indicó con los ojos que se acercara para besarla. Cuando sus labios se fundieron, le acarició los pechos con más fuerza y con los pulgares le frotó los pezones, que empezó a notar contra su camisa. _______ gimió de placer dentro de su boca. Su reacción animó a Tom, que gruñó y se pegó más a ella.
«Más —le ordenaba su cuerpo—. Más cerca, más rápido, más fuerte, más. Más.»
—¡Aaaahhh! —exclamó, rompiendo el contacto de sus labios y moviendo las manos hasta la seguridad de sus hombros.
________ apoyó la mejilla en su pecho, con las emociones girando en su interior como un remolino. Con los ojos cerrados, sintió que perdía el equilibrio, pero Tom la sujetó por la cintura para impedir que se cayera al suelo.
—¿Cómo estás?
—Feliz.
—La pasión tiene ese efecto —contestó él, con una sonrisa socarrona.
—Tus dedos también —susurró ella.
Tom la llevó hasta la butaca roja y la dejó allí.
—Voy a darme una ducha fría.
________ trató de recuperar la compostura. Los poderes de seducción de Tom la habían dejado medio borracha de pasión y frustrada, deseando cosas para las que no estaba preparada. Todavía.
«El profesor Kaulitz no sólo tiene debilidad por los culos. También le gustan los pechos», pensó _______ con no poco entusiasmo.
Cuando vio que tardaba un rato pensó si le habría pasado algo. Y se preguntó por qué habría sentido la necesidad de darse una segunda ducha de repente. Al hallar la respuesta, sonrió para sus adentros.




HOLA!! COMO ESTAN!! OJALA QUE BIEN ... AQUI ESTA EL CAPS ... ESPERO Y LES GUSTE MUCHOOO MAS .... xD ... NIÑAS, VAN A TENER, TENDRAN RELACIONES O COMO USTEDES LLAMAN, MOMENTO ARDIENTE, HASTA QUE TERMINE EL PRIMER LIBRO, NO FALTA MUCHO PERO YA EN LOS OTROS DOS LIBROS YA LEERAN COSAS ARDIENTES JAJAJAJA .... BUENO, NO DESESPEREN OK? HASTA PRONTO .. :))

4 comentarios:

  1. diqbwfiuwebhiofjwqpokdqwhfoiew09f32qwpdkwdjiosbfhwe0dpwqkdlsanfcsdbkc,sanslxajspdwqi !!!!! wow !!! *-* me encantaroooooonnnnnn !!!!! *-* waaaa !!! eso de la politica d ela universidad me tiene nerviosa !!!! me da mucho miedo !! espero que no pase nada !!! y la relacion que llevan asi deseandose y sin poder hacer nada es GENIAL !!!! no es que no quiera que pase pero hasta ahora va bien ba bien *-*

    ResponderEliminar
  2. Diosssssss *-* no tengo palabras para describir como me gusta esta novela, esta genial, por favorrr sube pronto que me tiene enganchadisimaaaaaa*-*

    ResponderEliminar
  3. Virgiiiii amooo tu fiiic esta super genial el cap, me encantooooo jajaja y sobre todo cuando Tom le toco los pechos a (Tn) fue muy ardiente hasta la dejo anonadada jajaja me encanto esa parteee y como el la trata a ella también se nota q le importa mucho.. espero el cap ardiente con muchas ansiaaaas, sube prontooo pleaseeee me muero x saber q pasara en el próximo cap!!!!

    ResponderEliminar
  4. Osea que hay más libros!! Me orgasmeooo!! Me encantoo. Amo esta fic es tan sorpresiva!!
    Cianto aguantara Tom?? Yo creo que cuando la lleve al huerto de manzanos no resistirà!!
    Subee Virgii no tarde porfaa!! ;)

    ResponderEliminar